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Columna
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Cinco preguntas para Dexia

No parece que Dexia vaya a durar en este mundo tal y como está ahora. Francia y Bélgica preparan un plan que reducirá su balance a un quinto de sus actuales 500.000 millones de euros. Sin embargo, los accionistas estatales tendrán que resolver primero cinco cuestiones.

La primera cuestión es si un banco malo necesitaría capital extra. Hasta el momento, los Gobiernos han prometido garantizar solo la emisión de deuda de Dexia y sus depositantes en lugar de inyectar capital. Si Francia y Bélgica tienen que capitalizar el banco malo con un saludable 10% de core Tier 1, podrían necesitar colocar 6.000 millones de euros entre ellos -difícil, sobre todo en Bélgica, donde las finanzas nacionales están limitadas y otros bancos pueden necesitar ser rescatados también-.

Lo que lleva a la segunda cuestión: dónde recortar de los acreedores de Dexia. La tercera cuestión es cómo podrían funcionar las garantías prometidas por Francia y Bélgica. La cuarta pregunta está relacionada con la carga compartida. Bélgica está claramente ansiosa por no atascarse con el conjunto del rescate y busca una porción equitativa. Esto a su vez plantea dos preguntas: ¿será la porción de garantías la misma que en 2008? ¿Y si debe inyectarse capital en lugar de más garantías, como se dividirá la cuenta?

Por último, ambos países necesitan de un plan B por si los inversores no quieran la deuda de Dexia, incluso con garantía estatal conjunta. La enigmática declaración de los Gobiernos habla de "trabajar con los bancos centrales". Una idea podría ser pedir efectivo al BCE. Pero si no le gusta el aspecto de los activos de Dexia, Francia y Bélgica podrían tener que acudir a sus bancos centrales nacionales y pedirles Ayuda de Emergencia de Liquidez -como hicieron Irlanda y Grecia para ayudar a sus bancos-. En cualquier caso, Francia y Bélgica necesitan solucionar sus problemas, y rápido.

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