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Columna
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Una empresa y un CEO poco comunes

Steve Jobs ha muerto a los 56. No fue un CEO ordinario y no deja una empresa ordinaria. La fuerza detrás del iPod, el iPhone y el iPad no solo cofundó y después rescató a Apple, convirtiéndola en la empresa de tecnología más valiosa del planeta, equivalente a unos 350.000 millones de dólares, también cambió la forma de vida de la gente. Es un empresario poco común que deja un legado y una compañía que puede prosperar sin él.

Jobs dejó la universidad. Y fue expulsado de Apple menos de una década después de crearla junto a Steve Wozniak, perdiendo su lucha por promover los nuevos ordenadores Macintosh en lugar de unas máquinas más rentables pero menos capaces. Esos momentos de cambio resultaron fundamentales para su éxito posterior. En un discurso en Stanford en 2005, Jobs habló de cómo, por ejemplo, las clases de caligrafía que tomó tras abandonar la universidad influyeron en el diseño de Macintosh.

Siempre estuvo dispuesto a seguir adelante. Calificó el hecho de ser despedido como "lo mejor que podría haberme pasado". Jobs creó Pixar, la exitosa empresa de animación, mientras estuvo en el exilio. Antes fundó Next Computer, fabricando dispositivos con un sistema operativo muy por delante de su tiempo. Esto jugó un papel importante en el éxito de Apple después de 1996 cuando compró Next, devolviéndole al redil. Jobs trajo un menos deseable culto al secretismo en Apple tras su vuelta. En cierto sentido, esto sirvió a la compañía bien -el iPhone mostró al mundo el potencial de los smartphones y conmocionó a la industria-. Fue, como un observador apuntó entonces, "como si se dejara caer un agujero de gusano del futuro". Pero con el silencio de Apple en los últimos años, facilitó menos información a los inversores de la merecida.

Aun así, el gran éxito de la empresa, el iPhone, se desarrolló después de que Jobs sobreviviera al ataque inicial del cáncer. Apple ese año se convirtió en la empresa más valiosa de América por un tiempo. "No te dejes atrapar por los dogmas", dijo Jobs en Stanford. "No dejes que el ruido de las opiniones de otros silencien tu propia voz interior". Apple es un legado en sí mismo, pero son sus aparatos lo que más importa. Como todos los grandes inventores, Jobs creó cosas que la gente no sabía que quería -hasta que millones de ellos tuvieron que tenerlos-.

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