Morgan Stanley, el drama sin crisis
Los males de octubre de Morgan Stanley son un drama sin crisis. La empresa de Wall Street, que hace tres años sufrió un pánico bancario, se enfrentaba al escepticismo sobre su salida a flote antes de que el tercer trimestre se hiciera horrible. Aunque eso no es lo que está tras su última miseria. Sus acciones cayeron más de un 10% el viernes pasado después de que el coste de asegurar su deuda contra la suspensión de pagos se incrementara por el nerviosismo de los inversores sobre la exposición del banco a Europa. Pero lo esencial de las preocupaciones parece poco convincente.
Hace dos semanas, un comentario en el blog Zero Hedge generó rápidamente ruido. En él, se afirmaba que Morgan Stanley tenía 39.000 millones de dólares de riesgo de bancos franceses en su balance -más de la mitad de su valor contable-. Pero son datos de 2010. El banco dirigido por James Gorman ha recortado casi a la mitad esas cifras. Lo que es más, el blog tuvo en cuenta solo la exposición bruta, que incluye los activos de clientes, y los del banco, mantenidos por las instituciones francesas. No tiene en consideración el efectivo, las inversiones y las garantías. Con todo esto la exposición neta es cero. Pero 2008 mostró que los inversores no deberían tomarse al pie de la letra a los bancos respecto a sus exposiciones. El propio Morgan Stanley sufrió casi 10.000 millones de pérdidas en 2007 por inversiones desastrosas y apuestas hipotecarias.
Así que los inversores están temerosos. Con todo, incluso tras su derrota, las acciones de Morgan Stanley van a la zaga de sus rivales. Como Citigroup, operan solo por debajo de la mitad de su valor contable. Incluso JP Morgan y Goldman Sachs operan apenas a dos tercios de su valor contable.
Esto no quiere decir que Gorman debería contener el aliento y desear que pase la confusión. Dar más información sobre la exposición de las inversiones -lo que hará probablemente cuando anuncie los beneficios a finales de mes- supondría una ayuda. Como el otoño de 2008 reveló, una vez que el pánico sobre la financiación y el capital golpea los bancos, las apuestas acaban. Y Gorman podría necesitar escapar incluso antes frente a esto.
Por Antony Currie