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Columna
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Petróleo y política industrial en Brasil

Brasil quiere construir las mejores empresas del mundo que hagan más que extraer recursos naturales. Gracias a la protección de industrias embrionarias se crearon grandes compañías en Corea del Sur y Japón. Pero a menos que Brasil pueda preservar su riqueza energética y mineral inflando su moneda, los aspirantes a multinacionales podrían verse en dificultades.

La producción de acero y la construcción naval en la década de los setenta propiciada por el Gobierno coreano se vio como un desastre. Pero anotaron dos grandes éxitos con Posco, el tercer mayor productor de acero, y Hyundai Heavy Industries, una de las navieras más importantes del mundo. Tokio alimentó a Toyota con muchos errores antes de despegar como fabricante de coches. Brasil Embraer, el tercer fabricante mundial de aviones comerciales, se convirtió en una empresa de clase mundial bajo propiedad del Gobierno antes de su privatización en 1994.

Esto sugiere que los esfuerzos de Brasil para fomentar una poderosa industria naviera no están automáticamente condenados al fracaso. Pero la mayor economía latinoamericana se enfrenta a problemas. A pesar del resbalón del real en las últimas semanas, la bonanza petrolera ha erosionado la posición competitiva del país durante años. Ajustado a la inflación, el real se ha apreciado alrededor del 40% desde principios de 2007, según Capital Economics. Una moneda fuerte encarece las industrias nacientes protegidas.

Y Brasilia no hace lo suficiente para mantener competitiva la economía. Una política fiscal un tanto derrochadora -con un déficit estructural de alrededor del 2,5% del PIB, según el FMI- tiende a equilibrarse con tipos de interés relativamente altos, que propician incrementos del real. Al mismo tiempo, carreteras y puertos inadecuados dificultan la vida a los no exportadores de petróleo y otros fabricantes. Así que mientras que el gasto de los consumidores es de hasta el 40% desde principios de 2007, la producción industrial solo ha crecido un 10%. Por tanto, el deseo de Brasil de desarrollar nuevas industrias puede suponer ventajas. Aunque sin mejores políticas que combatan los efectos negativos en sus abundantes recursos, será difícil para estas competir en el escenario mundial.

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