Avanzad y emprended... malditos
Antonio Flores, CEO de la consultora Loop Business Innovation, se adentra en la actividad emprendedora; lo que nos cuentan y la realidad. Pero emprender no tiene nada de banal y sí mucho de convicción, fortaleza mental y excelencia profesional
La presión social y mediática hacia el emprender está alcanzando cotas simétricas a los índices de desempleo. Programas de televisión, artículos y entrevistas en los principales medios de comunicación configura un mapa escénico que ha puesto al emprendedor y su actividad en un escaparate y altavoz mediático difícil de superar.
El autoempleo siempre ha sido una de las salidas más reactivas a las crisis; la diferencia está en el nivel social del autoempleado y en la sofisticación de la actividad hoy desarrollada, puesto que hoy se ha ampliado a niveles con un grado de formación alto.
Las necesidades de emprender pueden ser diametralmente opuestas; podemos encontrar inmigrantes llenos de primeras necesidades y plenos de energía que encuentran en nuestro país una infraestructura excelente para emprender; universitarios de primer empleo que ven en el emprender una fórmula para mantener un estatus social fuera de la rigidez de estructuras ya creadas, y por último, profesionales cualificados y expertos que emprenden como una realización personal, social y un medio de automotivación y refresco de sus carreras.
Muchos se lanzarán a emprender convencidos, motivados y fruto de un proceso de reflexión personal y madurez profesional; otros lo harán víctimas de una presión social y mediática que roza la manipulación y conforma una nueva burbuja empresarial.
Por si las imágenes del Hollywood profesional de la costa oeste no fueran lo suficientemente potentes, con héroes quinceañeros, como los fundadores de Google o Twitter, y héroes mártires, como Steve Jobs, hemos de añadir la reciente iconografía local, con emprendedores tan jóvenes que solo han tenido tiempo de enunciar sus posibles proyectos, otros tan iconográficos que parecen modelos fotográficos y otros que añorarán para siempre el sueldo y las condiciones laborales que tenían en su anterior ocupación.
La cuestión es que una cosa es lo que nos cuentan y otra la absoluta realidad; una cosa es la fachada joven de los emprendedores americanos y otra el back office que tienen asesorando y ocupando las áreas estratégicas. Una cosa es emprender negocios de forma profesional y otra es emprender proyectos vitales con los que corres el peligro de morir con las botas puestas.
La cuestión, la realidad, es que emprender no tiene nada de banal y divertido, y sí mucho (por no decir todo) de convicción, fortaleza mental y excelencia profesional. Emprender es un proyecto vital que no entiende de modas ni de salvavidas en primera instancia como subvenciones, socios financieros o constructos hipócritas como el beneplácito al fracaso. La satisfacción de emprender más allá del valor social está en el transgredir académico, social y empresarial que te permite.
El emprendedor está al servicio de la sociedad y de las ideas que desarrolla; es un corredor de fondo con una carrera que transcurre en la sombra hasta que alcanza la meta. Los emprendimientos, en la medida que maduran y crecen, toman autonomía e independencia y deben abandonar al emprendedor para encontrar mejores espacios para desarrollarse, crecer y madurar. Lo contrario no es emprender, es otra cosa... un capricho del ego quizás.
Emprender también es un acto de renuncia y reflexión. Emprender sin reflexionar puede abocar a generaciones de universitarios a malgastar los primeros y más trascendentes años de su carrera profesional. Puede consumir ingentes cantidades de ayudas, subvenciones, capital inversor y recursos profesionales que puestos en proyectos reales y maduros nos aportarán grandes beneficios sociales como el empleo. Emprender sin reflexionar puede estigmatizar una actividad y una clase profesional que sin lugar a dudas debe ser el semillero de los futuros empresarios y empresas; puede dejar a las empresas sin talento, energía vital y creadora, básica para hacer que las nuestras sean unas empresas competitivas y de mayor tamaño.
Antonio Flores. CEO de la consultora Loop Business Innovation y presidente de CN (Competitive Network)