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Y ahora, qué hacemos con los aeropuertos

El Partido Popular se afana a apuntarse en el haber lo que el Gobierno debe apuntarse en el debe: la paralización de la salida a Bolsa de Loterías y Apuestas del Estado. Pues ni una cosa ni la otra: el Gobierno hizo lo que debía porque no se puede malvender una empresa con un valor tan sólido como las Loterías públicas, y esa fue la única razón para que el Gobierno cediese, y no la presión política del PP, en la que amenazaba con investigar el asunto por si encubriese malversación de patrimonio público. ¿Qué pasará ahora con la privatización de los Aeropuertos de Madrid y Barcelona?.

El grado del carácter estratégico del negocio puede considerarse muy similar en los aeropuertos y las loterias. Ambos son públicos, ambos son monopolísticos, aunque cierto es que cuestiones como la seguridad nacional sólo estarían en juego en el caso de Aena. En ambos casos se trata también de un asunto financiero de singular importancia, y, por tanto, si la situación del mercado aconseja aplazar una operación por no poder captar el verdadero valor de los activos (Loterías), también en el caso de los aeródromos.

Pero las consideraciones políticas, seguramente por el componente de seguridad estratégica, son más importantes en el caso de la adjudicación de los aeropuertos de Barajas y El Prat. A buen seguro también las advertencias del Partido Popular han hecho reconsiderar sus posiciones a las empresas que opten a la gestión de los aeródromos, por si un cambio en la regulación tras las elecciones hiciese cambiar las reglas de juego del negocio y los contenidos del contrato, y con ello el valor real de los activos gestionados.

Independientemente de ello, el Partido Popular pone el acento en el uso de un tempo puramente electoral, y por ello con una gestión gubernamental cuasi interina, para desaconsejar la venta de los aeródromos. El Gobierno ya ha anunciado que adjudicará los contratos el 17 de noviembre, último Consejo de Ministros antes de las elecciones. Que un Gobierno tome una decisión de tanta trascendencia como esa en semejante fecha es, al menos, poco o nada elegante. Y menos si las posibilidades que tiene de continuar en el poder tras los comicios son poco o nada reales.

Esta discusión ya ha surgido en el pasado, porque cuando el Partido Popular abadonó el poder en 2004 tomó decisiones serias en periodo de interinidad, y no consultó con el Gobierno que iba a sustituirle después. Por tanto,este precedente para beneficiar a determinadas empresas (ayudas generalizadas a la industria de las energías renovables, por ejemplo) es suficiente como para que el PP no se queje ahora, y suficiente como para que el Gobierno no adjucique los aeropuertos ahora.

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