Una gestión errática y pendular
No es un estribillo político que José Luis Rodríguez Zapatero se encontró una situación económica envidiable y la deja en estado de desastre: es una realidad, aunque no sea el presidente del Gobierno responsable principal ni único de tal mutación. La crisis financiera mundial ha diseñado el escenario para que una economía que había vivido al menos dos lustros por encima de sus posibilidades explotase y volatilizase miles de empresas, millones de empleos y cotas muy abultadas de riqueza. Pero Zapatero, más entusiasta de la política que de una economía que no domina, no hizo nunca lo que era preceptivo hacer para, al menos, minimizar el desastre. Tras haber abrazado la política expansiva de José María Aznar y Rodrigo Rato en vez de corregir los excesos por la vía fiscal para evitar una explosión dolorosa, practicó el activismo del gasto sin control contra la recesión, y terminó doblando la rodilla ante la presión del mercado y los socios comunitarios. Con un notable recorte de gasto social y un paro rampante, perdió el apoyo sindical, el único entusiasta e incondicional con el que contó siempre. Zapatero ha vivido los últimos 20 meses atenazado por el temor a un rescate europeo, mientras España perdía buena parte del crédito internacional, activo que ahora se antoja imprescindible para crecer y crear empleo.