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Otra ronda, que paga el de siempre

No deja de tener gracia que los Estados vayan a tener que recapitalizar sus bancos porque el mercado cree que dichos Estados (que ya sostuvieron el sector financiero hace dos años) no podrán pagar sus deudas a los bancos. Pero una vez abierta la espita, probablemente no quede más remedio que acometer dicha recapitalización. También queda en un segundo plano el hecho de que las cifras que se barajan vayan de 30.000 millones de euros a los 300.000. En el día a día, las pantallas no entienden de estas sutilezas. Salvo sorpresa en contra, la banca europea se ve abocada a mejorar sus ratios.

Pero la duda es doble. No sólo cuánto dinero hace falta sino, sobre todo, ¿quién lo pone?

La experiencia de las cajas españolas no debería servir de mucho. Bankia y Banca Cívica se colocaron gracias a la labor del sector financiero patrio. Para la banca europea hace falta mucho más dinero, y será difícil de encontrar alguien que lo ponga, por mucho descuento que se haga. Si la necesidad de capital cristaliza, el pagano será el de siempre. El contribuyente. Como es pagano del agujero generado por los gestores de CAM.

Después de haber aportado 2.800 millones en capital (que no se recuperará) más otros 3.000 en liquidez (que esperemos que sí), el banco comprador tendrá a su disposición un esquema de protección de activos que supone que el erario público correrá con el 80% las pérdidas más allá de los primeros 2.500 millones y con el 90% más allá de 5.000. Además, es de suponer que, dada la situación de los mercados, el comprador pida alguna prebenda para tener acceso al mercado antes de que venzan unos 5.000 millones de deuda de la CAM. La garantía dura 10 años.

Cierto es que la entidad ha quedado lista para ser subastada, con una mora a promotor reconocida del 60% de la cartera. Pero 10 años son muchos años. Habrá que ver cómo la caja recompone su balance (ha perdido depósitos a manos llenas) y qué pasa con los más de 2.500 millones en activos adjudicados. Eso sí, los tenedores de cuotas han recibido puntualmente sus dividendos, al igual que sucedió con los tenedores de preferentes. Los bonistas se irán de rositas.

Si hay que inyectar varias decenas de miles de millones, no serán inverosres asiáticos o qataríes quienes salven a la banca; serán contribuyentes alemanes, españoles o franceses. Ya sea directamente, ya sea a través del fondo de estabilidad europeo. Lo único que, por algún motivo, la elite política no suele poner demasiadas pegas cuando de dar dinero a los bancos se trata. Cosas de la vida.

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