¿Por qué tanta prisa en la subasta de CAM?
La idea de comprar una caja de ahorros con un 19% de morosidad, pérdidas de 1.106,4 millones de euros a junio, un déficit de capital de, en principio, 2.800 millones de euros y un compromiso de vencimientos por más de 5.000 millones de euros el año próximo, en plena fuga de depósitos y sequía persistente en el interbancario, queda muy lejos de resultar atractiva. El Banco de España pretende resolver la subasta de CAM, intervenida a finales de julio, antes de las elecciones generales del 20 de noviembre. Pero encontrar un comprador en estos tiempos de extrema turbulencia financiera, con los mercados dispuestos a penalizar sin piedad los riesgos -tantos soberanos como por supuesto inmobiliarios- resulta casi una utopía. A menos que se haga a los candidatos una oferta imposible de rechazar.
Además de recapitalizar CAM, el Banco de España está dispuesto a ofrecer un esquema de protección de activos con el que animar el apresurado proceso de subasta de la caja alicantina. Pero el reclamo no se limitaría a cubrir una pérdida futura por una cuantía fija, como sucedió con el colchón de cobertura de pérdidas de 392 millones de euros que ofreció el FROB a BBK en la subasta de Cajasur, sino que ese esquema de protección de activos incluso se ampliaría en el tiempo a medida que afloraran nuevos números rojos. No habría una cuantía fija, en términos absolutos, de protección para el comprador de CAM sino un porcentaje de cobertura de pérdidas que podría oscilar entre el 80% y el 90%. En definitiva, un blindaje lo más apetecible posible y que no tiene precedentes en procesos anteriores de recapitalización de entidades en el sistema financiero español. Es el sistema que se ha empleado en Estados Unidos para liquidar pequeñas entidades y con el que Sabadell realizó su última adquisición. Para Santander o BBVA, potenciales compradores, supondría hacerse con los depósitos y la red de oficinas de CAM sin riesgo de crédito.
En apariencia, el mejor de los escenarios para las entidades compradoras. El problema, y del debate que empieza a revolotear en el ámbito financiero, es si está justificada la elevada cuantía de capital público que va a exigir una rápida subasta de CAM, todo con tal de devolverla cuanto antes al capital privado, incluso a coste cero para el comprador. ¿Por qué no mantenerla nacionalizada a la espera de tiempos mejores, como hizo Estados Unidos con los grandes bancos rescatados o Reino Unido, aún presente en el capital de gigantes como Royal Bank of Scotland y Lloyds? ¿Por qué no crear un nuevo equipo gestor poderoso, como en los primeros tiempos posteriores a la intervención de Banesto?¿Por qué debe asumir el Estado prácticamente en solitario el coste de reflotar CAM? Por no hablar de que los inversores, particulares en su mayoría, que acudieron a las salidas a Bolsa de Bankia o Banca Cívica, convertidas en una verdadera cuestión de Estado en la que se jugaba la credibilidad del sistema financiero español, contribuyeron a la recapitalización de estas entidades sin ningún tipo de protección para su inversión.