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Columna
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Mirar hacia abajo

Se ha producido un cambio en el contexto entre el dólar y el euro. El euro se mantuvo por encima de 1,40 dólares hasta la semana pasada, un quinto más que 1,17 a los que se lanzó y dos tercios por encima de sus mínimos de hace una década. Pero la pérdida de cinco centavos de dólar en cuestión de días, hasta situarse en 1,36 dólares, bien podría ser el preludio de una caída más pronunciada ya que juegan muchos factores en su contra: los renovados temores sobre la crisis de deuda, las perspectivas de los tipos de interés, los factores técnicos comerciales y las preocupaciones sobre el crecimiento.

En primer lugar, Alemania y la zona euro cayeron hasta el 0,2% en el segundo trimestre. La economía de EE UU también es débil, pero las encuestas mensuales sugieren que se mantiene mejor. El riesgo de una recesión de la eurozona es alto, ya que las principales economías como Italia o Francia se ven obligadas a ajustarse más el cinturón fiscal. EE UU, por otra parte, está meditando sobre otro plan para impulsar el crecimiento. Esto puede preservar a la Fed de efectuar otra ronda de flexibilización cuantitativa que debilitaría aún más al dólar.

En segundo lugar, la rápida desaceleración del crecimiento de la zona euro ha puesto fin al alza de los tipos de interés del BCE. Incluso puede ser posible que en algún momento se produzcan recortes, erosionando la ventaja del euro sobre el dólar. Al menos, la caída del euro aliviará el dolor de los exportadores de la región.

En tercer lugar, una evaluación técnica puede hacer precavidos a los operadores del euro. Su reciente caída significa que la moneda está por debajo de los 200 días de media móvil frente al dólar. Muchos operadores ven esto como señal de venta.

Pero la cuarta y mayor amenaza que se cierne sobre el euro es el empeoramiento de la crisis de la deuda. Las vacilaciones de Alemania en su compromiso con el rescate griego podría erosionar la confianza en la moneda. Puede que por ahora la situación no sea tan mala. Grecia puede obtener otro tramo, dando a la eurozona algo de tiempo. Pero a menos que se encuentre una solución para la crisis periférica, la nueva tendencia de la moneda será hacia abajo.

Por Ian Campbell

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