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Columna
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Europa debería reducir la austeridad

Los Gobiernos de la zona euro deben reconocer que el extremismo en la búsqueda de la austeridad no es una virtud. Portugal esta semana ha sido el último en ajustar su presupuesto, con la esperanza de cumplir con los objetivos de déficit acordados en su programa de rescate. Los políticos italianos tienen dificultades para llegar a un acuerdo sobre la nueva ronda de austeridad demandada por el BCE en agosto antes de que se acordara la compra de bonos del país.

Mientras, Grecia parece incapaz de cumplir con sus propios objetivos. Esto se debe en parte a la aparente incompetencia del Gobierno a la hora de obtener ingresos fiscales. Pero el país parece también estar atrapado en una espiral autodestructiva donde la austeridad acrecienta su ya grave recesión.

No hay discusión de que los miembros muy endeudados deben reducir sus déficits. Pero desde Italia hasta Irlanda, el mayor desafío es el crecimiento -cuya carencia tiene un efecto pernicioso sobre la deuda-. La austeridad alimenta la recesión, el déficit se agranda y los países tienen más dificultades para aligerar la carga de sus deudas.

Las últimas cifras muestran que Portugal y Grecia están en recesión, Irlanda está estancada, e Italia y España apenas se mueven. En estos países, los planes de austeridad adicionales impedirán el objetivo último.

Además, son más importantes las reformas estructurales que soluciones rápidas de recortes del gasto público. Pero los resultados de reformas estructurales llevan tiempo. Y también implican un coste financiero por adelantado. Por ejemplo, la pobre calidad en la educación es uno de los mayores obstáculos para el crecimiento en Grecia, lo que requiere inversión pública. Las reformas estructurales no pueden equipararse con fórmulas simplistas como la liberalización del mercado laboral o el recorte del Estado del bienestar.

Con otra recesión amenazando, acelerar el ajuste fiscal en los países comprometidos con planes de austeridad podría imposibilitar la salida de sus problemas. Las reformas estructurales deberían tener prioridad sobre el fetichismo de la austeridad a corto plazo. La persistencia en la búsqueda del crecimiento no es un vicio.

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