_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Centrarse solo en lo buena que es Apple

Pocas compañías están tan indeleblemente ligadas a una persona como Apple con Steve Jobs. No solo es uno de sus fundadores, también convirtió a la empresa -cuando estaba cerca de la bancarrota- en una de las más valiosas del mundo. Las noticias sobre su marcha suponen un golpe.

Por el momento, Apple será capaz de apelar al extraordinario sentido sobre el gusto del consumidor y las perspicaces habilidades de marketing de Jobs. Probablemente orientará y asesorará a la empresa mientras esté en condiciones físicas. Es razonable suponer, sin embargo, que su enfermedad, revelada hace siete años, le está cobrando un precio más alto. Mientras tanto, su sustituto, Tim Cook, no solo es capaz, también ha sido ya algún tiempo CEO sin contratiempos.

Puede que Cook no tenga la capacidad de combinar diseño con tecnología o de inspirar a los ingenieros a niveles superiores. Nadie lo hace. Pero el hecho de que Jobs le haya designado su sucesor debería dar un poco de lustre a su imagen. Lo que es más, Cook ha demostrado que puede gestionar un crecimiento asombroso. Apple aún sigue incrementando los ingresos a una tasa anual de más del 80%.

Este crecimiento, en cierto modo, muestra lo difícil que ha sido para los inversores separar a Jobs de Apple. A pesar de su extraordinaria expansión de ventas y rentabilidad, la compañía está valorada en cerca de las mismas ganancias que S&P 500. Lo que tiene poco sentido a menos que refleje las preocupaciones sobre la salud de Jobs o, peor, sobre la posibilidad de que se repitan los problemas que Apple atravesó tras la salida de Jobs en 1985.

Con todo, una vez desaparecido el impacto inicial, los inversores deberían ser capaces de centrarse solo en lo buena que es Apple. Cada uno de sus estables iPads, iPhones y Macs alimentan el crecimiento de los demás. Y la base de clientes de Apple es creciente y leal.

Sería preferible tener a Jobs cerca para dirigir una compañía de 350.000 millones de dólares a su siguiente fase. Pero muy pronto, será evidente que Cook y el legado de Jobs serán una buena combinación.

Por Robert Cyran.

Archivado En

_
_