La caída del "amigo extravagante" de occidente
El hoy defenestrado Muamar el Gadafi pasará a ha historia, aparte de por sus cuatro décadas de infame tiranía sobre Libia y su no menos infame represión sangrienta de las ansias de libertad de su pueblo, como un ejemplo de la doble moral en las relaciones políticas internacionales.
El panarabista coronel se convirtió en los años 80 en el enemigo público número uno de Estados Unidos, papel en el que le relevaría años más tarde el fallecido Osama bin Laden. Gadafi financió actos de terrorismo contra intereses estadounidenses, el más notable de los cuales fue el atentado contra el avión de la Panam que se estrelló pasajeros en Lockerbie en 1988 y dejó un trágico balance de 270 muertos. Antes, la aviación de EE UU había bombardeado Trípoli y Bengasi en respuesta a otro atentado.
Con el tiempo, sin embargo, se produjo un acercamiento entre el mundo occidental y el sátrapa libio. Algunos gestos políticos y muchos intereses económicos cambiaron el papel de Gadafi, hasta extremos insospechados.
Tanto, que el ex presidente del Gobierno español José María Aznar, azote de mandatarios populistas pero democráticos como Hugo Chávez o Evo Morales, no vaciló en calificar al dictador de "amigo de occidente, aunque algo extravagante" cuando Gadafi ya había iniciado la masacre de su pueblo para sofocar la rebelión de la primavera árabe.
Otro de los otrora aliados es Silvio Berlusconi, dirigente de una Italia vinculada histórica y energéticamente con Libia. Finalizado el conflicto, Roma se ha apresurado a declarar que sus contratos petrolíferos eran con el país, no con su dirigente.
La lista no acaba ahí: el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y el rey don Juan Carlos I se han entrevistado varias veces con Gadafi, hoy caído en desgracia, pero otrora "amigo de occidente".