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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las incógnitas de la era pos-Gadafi

El proceso final de colapso y deseable descomposición del régimen de Muamar Gadafi, tras la última ofensiva llevada a cabo en la capital del país por las fuerzas de oposición al dictador, despejará incógnitas geopolíticas y económicas en el panorama internacional, aunque añadirá otras nuevas. Mientras los rebeldes del Consejo Nacional de Transición (CNT) culminan la toma de control de Trípoli, se despeja el destino del líder libio y comienza a aclararse la situación en el país, la alta representante de la Política Exterior de la UE, Catherine Ashton, resumía ayer el sentir de la comunidad internacional al afirmar que "la planificación para la era pos-Gadafi está en curso". Y en el mismo sentido se manifestaba el presidente de EE UU, Barack Obama, quien constató el fin del régimen de Gadafi tras expresar el apoyo de EE UU al CNT y abrir la puerta a la ayuda a la reconstrucción del país.

En la nueva hoja de ruta libia debe ocupar lugar destacado la aprobación por la comunidad internacional de las medidas de apoyo necesarias para reconstruir política, social y económicamente el territorio. Las incógnitas que suscita la coyuntura política en Libia van, sin embargo, más allá de sus fronteras. Como no puede ser de otra forma al tratarse de una potencia petrolera, los analistas se preguntan cómo influirá la caída del régimen en el precio del oro negro. Solo un mes antes del inicio de la revuelta, el pasado mes de febrero, Libia producía 1,6 millones de barriles diarios. En julio, esa cifra había caído en picado hasta una horquilla de entre 50.000 y 100.000 barriles. Pese a que la intención de las fuerzas rebeldes de intentar recuperar el 100% de la producción en breve hace presagiar una caída de precios a corto plazo, la gran pregunta es hasta qué punto se podrá reanudar esta en las actuales instalaciones. La opinión mayoritaria apunta a que en una primera fase se producirá una consolidación del precio en el entorno de los 100 dólares por barril y que más adelante es posible que baje de ese nivel. Pero en el tablero de variables a manejar hay que sumar también la respuesta a la presión de Estados Unidos para la caída del régimen sirio, el otro gran foco de conflicto en el mundo árabe, algo imprescindible para la estabilización de la zona y del mercado del crudo.

Para España, uno de los grandes importadores de petróleo libio, la normalización de la producción es una oportunidad a aprovechar y la posibilidad de una caída en el precio es una gran noticia. Pese a ello, sería ingenuo pensar que los acontecimientos que se están produciendo en Trípoli pondrán un punto y final inmediato a las dificultades de Libia, un país que aún debe afrontar el duro proceso de estabilización y recuperación. A la espera de que comience esa nueva era de respeto a los derechos humanos y prosperidad, y se aclare el horizonte político del país, el conjunto de la comunidad internacional tiene aún mucho trabajo por hacer.

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