El debate sobre las ventas cortas
La prohibición temporal de las ventas cortas que se ha adoptado recientemente en España, Francia, Italia y Bélgica -y que concluye el próximo viernes- ha vuelto a poner sobre la mesa la conveniencia de adoptar medidas como esta solo durante un plazo limitado para poner coto a la volatilidad de los mercados. Pese a que Bruselas se comprometió en junio del año pasado a armonizar el paso de Gobiernos y supervisores en esta materia, a día de hoy los deberes continúan sin hacer. Prueba de ello es el propio mapa europeo, que refleja de forma elocuente esa ausencia de regulación común.
Mientras países como la República Checa, Chipre o Letonia optan por no legislar en absoluto sobre esta materia, otros apuestan por la supervisión o la obligación de informar, mientras un tercer grupo se inclina por la prohibición total (Grecia) o temporal, como ha sido ahora el caso de España. Lo ocurrido en las últimas semanas en los mercados financieros apunta, sin embargo, a que el debate sobre las posiciones cortas debe ir incluso más allá de la creación de una regulación común, y profundizar en cómo lograr la verdadera la utilidad de la medida. Pese al indudable valor político de avanzar en la integración económica en Europa, hay cuestiones que no se resuelven solo con una armonización legislativa.