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Columna
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La Unión Europea equivoca el objetivo

Pocos creían que Nicolas Sarkozy y Angela Merkel resolvieran la crisis de la zona euro esta semana. El presidente francés y la canciller alemana concluyeron la cumbre con una serie de propuestas para una mayor integración en el área de la moneda única. Pero su incapacidad para ofrecer mayor apoyo a los Estados en problemas significa que los inversores seguirán nerviosos.

La propuesta más importante es un compromiso para unos presupuestos equilibrados. Esto es sensato: como Grecia ha demostrado, una moneda común sin disciplina fiscal se mete rápidamente en problemas. Sin embargo, la zona euro ya ha intentado cubrir déficits y deudas, solo para aguar el mecanismo después de que los miembros -incluyendo a Alemania y Francia- rompieran las reglas de forma persistente.

Merkel y Sarkozy quieren ahora un compromiso consagrado en reformas constitucionales, más difíciles de ignorar. Pero dan pocos detalles sobre las sanciones a las que deberían enfrentarse los infractores. Los detalles los dará el nuevo Gobierno económico propuesto para la zona euro que -en una muestra de alarmante falta de urgencia de los líderes europeos- se espera que se reúna dos veces al año.

El énfasis en la disciplina fiscal podría haber sido aceptable si Merkel y Sarkozy hubieran prometido un quid pro quo en términos de apoyo financiero. No lo han hecho: Sarkozy descartó reforzar el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. Es cierto que los parlamentos de la zona euro tienen que aprobar aún la ampliación de la capacidad del fondo a 450.000 millones. Sin embargo, para cuando lo hagan, puede ser demasiado tarde. Como resultado, los inversores siguen cuestionando el compromiso de la zona euro para luchar contra la crisis de forma integral. El llamamiento de Merkel y Sarkozy para un impuesto sobre las transacciones financieras no hace sino reforzar la impresión de que no entienden los mercados.

Es cierto que los inversores que esperaban que Francia y Alemania adoptaran juntos el bono común eran demasiado optimistas: esos instrumentos no pueden funcionar sin una integración fiscal mayor. Merkel lo describió como "último recurso". Pero si no se enfrenta pronto a la crisis, el último recurso puede no estar lejos.

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