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Tribuna
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Se encienden las luces de alarma

La crisis de la deuda sigue su curso. Impenitente, correosa, impasible, a velocidad de crucero. No se detiene ni enfría por las especulaciones y giros políticos. Eso es simplemente política. El resto es mercado, mercado y voracidad, sin límites, sin tregua, volátiles y agresivos. Especulación, análisis y castigo. Dudas e incertidumbre sobre la capacidad financiera de los países periféricos, como España, Italia, Portugal y Grecia con Irlanda ya han caído, pero dudas también de la capacidad real y ya no improvisada de la Unión para rescatar a dos grandes. Atacan y estrangulan. Los estados están al borde de la quiebra. Las administraciones exhaustas, sin un céntimo de euro. Es la realidad, cruda y sin contemplaciones, ¿cómo hemos permitido llegar hasta aquí y por qué no se ha hecho nada o han hecho las cosas mejor?

Algo va mal, empieza a ir terriblemente mal cuando la prima de riesgo para España ya ha superado los 400 puntos respecto a Alemania. Fue puntual, pero fue. Todos decían que nunca se llegaría, tampoco a los cuatro millones de desempleados, pero rozamos los cinco. La sangría no para. Sigue. Insensible e impenitente. La prima de riesgo se calcula en función de la diferencia entre la rentabilidad que suponen y abonan las obligaciones o bonos españoles respecto de los alemanes, que se consideran en el mercado como referentes y seguros. Hoy el tipo y el interés oscila entre el 6,3 % de un bono español y un 2,1 % alemán. Ha sido una semana convulsa, en ebullición constante. La sórdida lucha política en Washington entre republicanos y demócratas con un claro trasfondo político y electoral dejan en evidencia la debilidad del presidente demócrata. Salvan in extremis lo que era previsible, pero a costa de insuflar más nerviosismo y locura a las bolsas que se desploman y han estado a punto de iniciar una nueva recesión a ambos lados del Atlántico, en este Italia y España se sitúan al borde del abismo mismo. ¿Qué hemos hecho hasta ahora, qué debemos hacer y cómo a partir de ahora? Bruselas dice que descarta el rescate financiero a España. Por el momento.

Ninguna economía puede tirar las campanas al vuelo. Ni la de emergentes ni tampoco la incombustible economía china. Solo la deuda que atesoran de la primera economía mundial y el ser el dólar refugio moneda para el resto harían lastrar al mundo entero a una ciénaga de dimensiones inciertas. Estados Unidos ha coqueteado al filo de la navaja. Los republicanos, al margen del protagonismo casi intransigente del tea Party, han limitado el techo de la deuda y se han asegurado que no aumentará por encima de la reducción del déficit. Visto así simplemente un gran logro, desde el juego del todo o nada, fracaso para todos, Obama y para los propios republicanos. El problema, por mucho que se aparque el riego de un default brutal, es que las limitaciones presupuestarias constreñirán aún más el crecimiento, como también al restricción fiscal y no subida impositiva, el desempleo, etc., angostan la recuperación, el crecimiento y empeoraran la calificación de la deuda por las agencias de calificación verdaderas dueñas de la situación. Se les ha consentido y han valido hasta el momento en que sus dictámenes y valoraciones amenazan y encorsetan a los gobiernos económicos de todo el mundo.

Se encienden unas peligrosas e inciertas luces de alarma entre temores y miedos, miedos que lastran, temores que abocan a una recaída impredecible. Todo el papel moneda deuda de los mercados empieza a quebrar, por mucho que sean instrumentos financieros contables. Empiezan a fragilizarse ante la volatilidad y la rigidez de los inversores. Solo el oro, la plata y el franco suizo se disparan como valor refugio seguro frente al dólar y frente al euro. Las dos grandes economías han caído en una trampa de permisividad, inseguridad, inacción y errores en las medidas de rescate. Falta rigor y seriedad, sobra opacidad y desregulación, y ese mismo capitalismo no humano, pero consentido y tutelado, empieza a poner a los estados contra las cuerdas.

Van a ser unas semanas de sobresaltos, de subidas mínimas y recaídas profundas. Nadie sabe qué va a suceder. Todo se recrudece por momentos. El Ibex se asoma al abismo también. Nada volverá a ser como antes, demasiado laissez faire, laissez passer, máxima histórica de los fisiócratas del XVIII, como si no fuere con nosotros. ¿De qué nos asustamos si es que nos asustamos en estos momentos? Sigamos en la pasividad indolente y en la desidia más absoluta. Es el mercado, siempre el mercado, sin alma ni corazón, pero donde los inversores especulan, y lo hacen ya con países. Dejad hacer, dejad pasar. Luces de alarma.

Abel Veiga Copo. Profesor de Derecho Mercantil de la Universidad Pontificia Comillas

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