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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una carrera contrarreloj que no se puede perder

El inmisericorde acoso de los mercados financieros sobre la deuda española volvió ayer a situar la prima de riesgo sobre los 400 puntos -llegó a tocar los 407 y se moderó posteriormente hasta los 385- y a alimentar una alarma que se ha extendido ya hasta el corazón de Europa. El temor a que el recrudecimiento de la crisis socave no solo los cimientos de los países periféricos, sino los de toda la eurozona ha llevado a Bruselas a advertir de nuevo y muy seriamente que los últimos ataques sobre España e Italia no están justificados y pueden tener, sin embargo, consecuencias catastróficas para la estabilidad de toda la zona euro. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, expresó así la honda preocupación con que las autoridades comunitarias están viviendo el desarrollo de esta suerte de tormenta coordinada que se abate sobre la tercera y cuarta economías europeas, a la par que multiplicaba los mensajes de apoyo en un intento de insuflar dosis de confianza.

Tras otra infartante jornada en la que se intensificaron los contactos entre los distintos líderes europeos, son ya mayoría las voces que reclaman una actuación unificada y enérgica de todos los países miembros para poner coto a esta crisis. Para ello, y como se recordó desde Bruselas, es esencial que los Ejecutivos europeos aceleren los trámites para implementar los acuerdos alcanzados el pasado 21 de julio en la cumbre extraordinaria de jefes de Estado y de Gobierno. Ello implica la necesidad de hacer efectivo sobre el terreno el segundo rescate a Grecia y los nuevos poderes concedidos al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. Un instrumento que resulta vital para hacer frente a la especulación en los mercados, ya que facilita la posibilidad de realizar inyecciones de liquidez o el impulso de la compra de deuda pública en países con dificultades, pero cuyo lastre temporal es que debe ser firmado por los Gobiernos que comparten el euro y aprobado por sus respectivos Parlamentos nacionales. Una tarea en la que no hay tiempo alguno que perder.

También en España se han activado todos los niveles de emergencia. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se reunía a última hora de la tarde de ayer con su equipo económico para analizar la situación y transmitió, al término de la reunión y por boca de la vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado, un mensaje de "preocupación", pero "relativa tranquilidad". Salgado reiteró el compromiso del Gobierno para continuar con el proceso de consolidación fiscal y el convencimiento de que hay que avanzar en la mejora de la gobernanza europea.

El Ejecutivo ha convocado un Consejo de Ministros el próximo 26 de agosto, tras el ya anunciado para el día 19, cuyo objetivo será aprobar más medidas de reforma económica para paliar la crudeza de esta crisis y tratar de recuperar la confianza. Esas medidas se unirán a las ya previstas en los capítulos de fiscalidad de Sociedades -en la que Salgado descartó ayer una rebaja del tipo-, flexibilidad laboral y ahorro en el gasto sanitario.

Como reconocía ayer el candidato del PP a la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, quien -como había hecho antes su homólogo del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba- transmitió su convencimiento de que la economía española no será intervenida, al Ejecutivo actual no le queda demasiado margen temporal para continuar adelante con el proceso reformador de la economía. Pese a ello, y por mínimo que sea, el periodo que resta hasta la convocatoria de las elecciones generales debe ser aprovechado al máximo. Del mismo modo que es urgente ratificar en los Parlamentos nacionales los acuerdos europeos del 21 de julio, lo es continuar con la hoja de deberes que España tiene pendiente. Aun siendo indudable que la virulencia de los ataques de los mercados no responde a la realidad efectiva de la situación económica española, también lo es que los inversores consideran las reformas adoptadas hasta el momento tibias e insuficientes.

No hay tiempo que perder en esta carrera contrarreloj. Se trata de una tarea para la que, como ha recordado el rey Juan Carlos, resulta imprescindible que todas las fuerzas políticas actúen de forma unitaria y sin fisuras. De ello depende el futuro no solo a corto, sino también a largo plazo.

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