_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ciudadanos españoles

He aquí el discurso que Mariano Rajoy, líder de la oposición, debería dar: Ciudadanos, ustedes me conocen como un hombre prudente. De hecho, muchos de los consejos políticos que recibo estos días son sobre cómo desarrollar una campaña electoral cauta. Los socialistas están tan desacreditados que todo lo que necesito es evitar rehenes de la suerte para que el trabajo de presidente caiga en mis manos.

A pesar de que este consejo es tentador, las elecciones no se producen solo para ser elegido. Se trata también de conseguir un mandato para gobernar. España se enfrenta al riesgo de ser absorbida por la crisis de la zona euro. Ya estamos en el borde de la vorágine. Al margen de este peligro, tenemos una baja competitividad y un 21% de paro. Arreglarlo exigirá sacrificio.

La prioridad inmediata es convencer a los mercados que estamos "delante de la curva". Eso significa despejar las dudas sobre el logro de los objetivos de déficit y sobre nuestras cajas de ahorro. La percepción generalizada de que no hemos hecho lo suficiente ha minado nuestra credibilidad, empujando los costes de la deuda pública y de nuestros bancos. Lo que tiene un debilitante efecto multiplicador en toda la economía. Pido al Gobierno saliente que subsane estos efectos incluso en sus meses finales en el cargo. Pero, si no lo logran, tendremos que recortar el gasto e inyectar más fondos públicos en las cajas de ahorros si ganamos las elecciones. Algunos se preguntarán por qué tenemos que bailar al ritmo de los mercados. Es simple. Hemos tomado prestado una enorme cantidad de dinero, aunque afortunadamente la propia deuda del Gobierno no es tan grande. Aquellos que han pedido prestado a los mercados tienen que mantener contentos a sus acreedores. Si nos metemos en un lío, ni siquiera podemos confiar en la ayuda de nuestros socios de la zona euro. A pesar de los consejos, este no es un discurso optimista. Con todo, una vez pasado el dolor, España recobrará la salud.

Por Hugo Dixon

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_