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La austeridad tiene un precio

La tabla incluida más abajo recoge la evolución del comercio minorista en los 27 países de la Unión Europea según Eurostat. Una excelente vara de medir el precio real que supone la política de austeridad impuesta a las economías intervenidas de hecho (Grecia, Irlanda y Portugal) y a aquellas inmersas en draconianos planes de ajuste, caso de la española.

El desplome interanual (hasta mayo) del 7,7% en las ventas minoristas en España tiene que ver, con toda seguridad, con la subida del IVA. Pero en la tabla se puede observar que en Portugal las ventas minoristas han caído el 8%, en Irlanda el 4,9%. En Grecia bajaron el 8,8% en abril; pero el dato de marzo es un escalofriante 17,7%. Casi una quinta parte del comercio se ha volatilizado en 12 meses. En el Reino Unido la evolución no es tan negativa, pero el PIB creció a un ínfimo 0,2%, y el país solo se libra de la recesión gracias al hundimiento de las exportaciones.

Si mientras el flujo del crédito permanece cerrado al sector privado (muy ilustrativo el hecho de que Santander haya restringido los préstamos un 7% en el España) el sector público ajusta cuentas por las bravas, el resultado es el hundimiento de la demanda. De ahí el desastre en el comercio minorista, que a su vez tiene efectos de segunda ronda sobre el empleo y la demanda. No es de extrañar que el sector que sostenga el empleo sea, según la EPA, el turístico. No tanto porque seamos un país de camareros, sino porque, sin demanda y ahogado el país por el cinturón de una austeridad que parece no tener límites ¿cómo se va a crear empleo?

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