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Tribuna
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Los mercados son los padres

Los humanos, cuando colectivamente no entendemos algo, tendemos a la creación de seres sobrenaturales que lo expliquen. O bien le damos a entes u organismos perfectamente reales atributos sobrenaturales. Desde los tres Reyes Magos al Gobierno de turno, el Ratoncito Pérez o el FMI, Papá Noel o Angela Merkel cobran en nuestro imaginario un tamaño y una capacidad de incidir en nuestra vida cotidiana que en realidad no tienen. Pero si inciden es porque nosotros los hacemos reales y les damos esa capacidad. Nosotros, los ciudadanos y las empresas somos los poderosos.

La realidad es muy tozuda y se abre paso, a veces usando a gente antipática, como el amigo ese que te decía al oído: "Los Reyes son los padres". Seguramente, ese amigo trabaja ahora feliz en Moody's o en Standard & Poor's.

Los fondos de cohesión europeos, los fondos de inversión, alemanes y estadounidenses, estuvieron inundando de liquidez durante dos décadas la economía española. Usamos esa liquidez para construir carreteras, trenes de alta velocidad, estaciones y aeropuertos. También para enladrillar el país. España dio un gran salto hasta los primeros puestos de las economías mundiales. Ya no somos una economía emergente, para bien y para mal. Hemos crecido, y ahora los Reyes les llevan sus regalos a países como Brasil, India y China.

Pero no es malo ser mayor. Tenemos cosas que arreglar, qué país no las tiene, pero no estamos en una situación que justifique este pesimismo tan feroz. Ahora bien, si continuamos metidos en la cama con depresión, no hará falta que el lobo feroz venga a comernos, ya que nos vamos a comer nosotros solos.

Sé que es difícil superar el bombardeo diario de malas noticias económicas. Pero debemos relativizar estos asuntos. Somos expertos en el diferencial de la prima de riesgo como hace un par de años éramos expertos en el precio del barril de petróleo. Ahora, ese barril es como el personaje de un cuanto viejo al que muy pocos le hacen caso. Lo bueno tiene peor prensa que lo malo. El turismo está teniendo un gran año. Poca portada. La Caja de Ahorros del Monte Cercano tiene más adosados que capital. Gran portada.

Los mercados, los bancos, al contrario que Drácula y el Hombre Lobo, no son seres malignos que acechan en la oscuridad atentos a nuestro menor signo de debilidad para saltar sobre nuestras gargantas. Claro, eran más simpáticos cuando prestaban más dinero, y ahora, en las pequeñas y medianas empresas, pasamos noches sin dormir ante la palabra renovación. Pero siguen siendo empresas y particulares actuando según la lógica de sus negocios.

Lo que nos está machacando a todos es la falta de consumo. Hemos pasado de un consumo desmesurado a un parón total. La euforia provocó el primero y el miedo provoca el segundo. Dejamos de gastar como mecanismo de defensa. Pero es tan buen mecanismo de defensa como quedarse quieto delante de un tren de mercancías.

Podremos buscarnos otro malo para culpar, pero o empezamos a gastar o sí que nos vamos a encontrar con un serio problema. Seamos razonables, hay sectores enteros de bienes de consumo que nunca han estado tan bien de precio como ahora. Es difícil comprar cualquier cosa sin que te hagan una promoción o una rebaja. Es bueno que ajustemos nuestros gastos a nuestros ingresos, empresas y particulares, pero de ahí a no gastar va un gran paso. No es lógico no gastar.

Y eso es precisamente lo que está pasando. El consumidor europeo se ha plantado en la vía y ha dejado de hacer su papel: consumir. El motor se está quedando sin gasolina.

Evidentemente, consumir en sí mismo no es una actividad bien vista. Está mejor visto denunciar las perversiones del sistema. Pero miremos el consumo de otra manera. Como una labor cívica. Algo así como "no preguntes lo que tu país va a gastar por ti, sino qué es lo que tú vas a gastar por tu país."

La tienda o el restaurante de la esquina no cierran por culpa de los mercados. Cierran porque nosotros dejamos de ir. El efecto mariposa tiene un desarrollo micro a macro. El plantón de los consumidores, podemos llamarle el efecto araña, es más bien macro a micro a macro. Reina el terror en el estado de ánimo nacional, macro, nos metemos debajo de la cama del ahorro, micro, se funde la economía, macro.

Cuando Warren Buffett explicaba por qué compraba más acciones cuando la Bolsa caía, lo hacía con el símil de la hamburguesa. Si te gustan las hamburguesas, compras más cuando están baratas. Pues ahora están más baratas. Las hamburguesas, los coches, los viajes, la electrónica de consumo, etc.

¿A qué estás esperando? Sal a gastar, si no lo haces por ti, hazlo por tu país.

Carlos Rosales. Director general de Nostromo

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