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Tribuna
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La insaciable voracidad de los mercados

En una de las últimas y poco operativas reuniones de ministros europeos de Economía, la vicepresidenta española de Asuntos Económicos, Elena Salgado, trataba de explicarle a uno de sus colegas uno de los sabios refranes castellanos: "Mal de muchos, consuelo de tontos".

Parece razonable que la ministra de Economía quisiera hacer ver a su interlocutor cómo pueden estar percibiendo los ciudadanos la incertidumbre que crea la debilidad de esta Unión Europea, cada vez más paralizada y resquebrajada ante la insaciable voracidad de ese ente etéreo que se ha dado en llamar los mercados. Ellos, los mercados, campan a sus anchas, dictan normas, miden los riesgos de los países en apuros, ponen a los Gobiernos a los pies de sus caballos y luego gestionan los créditos que pueden concederse, obteniendo con todo ello pingües beneficios, tanto para ellos como para sus clientes, los prestamistas.

Esos voraces mercados no son otra cosa que unas agencias de evaluación de riesgos, que operan a beneficio de los fondos de inversión que en muchos casos son sus dueños. Nadie las controla aunque se equivocan con frecuencia. Por el contrario, todo el mundo las venera y respeta como al infalible oráculo de Delfos.

Nadie quiere reparar en los continuados errores que han cometido cuando ponen a un país en la picota, condenando a sus ciudadanos a verse privados de derechos, sometiendo a los Gobiernos soberanos a sus dictados y fórmulas inefables que se deben aplicar como si fuera el bálsamo de Fierabrás, que todo lo remedia.

Esas poderosas agencias se permiten el lujo de disparar el riesgo de la deuda de Grecia, Portugal, Irlanda, Italia o España, con lo que suben los intereses que deben pagarse por los préstamos y hacen caer las Bolsas, mientras ellos se enriquecen especulando con el dinero de sus clientes y socios, lo que les reporta unos sustanciosos beneficios.

Estos mercados (o sea, las intocables agencias) que rebajan sin rubor la calificación de los países son los mismos que le dieron la máxima valoración (AAA) al banco norteamericano Lehman Brothers justo en vísperas de que quebrara en septiembre del año 2008. Tampoco quisieron ver los riesgos de las hipotecas subprime, ni la crisis que se venía encima por su culpa. Moody's, Standard & Poor's y Fitch Ratings, que controlan más del 90% de este negocio privado, estuvieron en el origen de la crisis de 2008 con sus erróneas interpretaciones.

¡Gran agudeza la de estos sabios mercaderes que nos tienen sometidos a su antojo sin que nadie ponga freno a su increíble desfachatez!

Europa, y los Gobiernos que la lideran, como el alemán de Angela Merkel y el francés de Nicolas Sarkozy, está paralizada, como un animal atenazado ante otro más poderoso que lo acosa con intención evidente de devorarlo. Pero no solo amenazan al euro y a Europa, acosan también a Estados Unidos, poniéndolo al borde de la quiebra, como si fuera otra presa como la débil Grecia.

Pero es que en Estados Unidos juegan además a hacerle la pinza con los republicanos hiperconservadores que le niegan al presidente demócrata, Barack Obama, al que ellos consideran un rojo peligroso, cualquier movimiento de subida de impuestos para sanear las maltrechas cuentas del país.

¿Tiene esto algo que ver con lo que pasa en España? Que cada uno saque sus propias conclusiones.

En todos los casos, los poderosos mercados obedecen a los intereses de los ultraliberales neocon porque de lo que se trata es de eliminar regulaciones, imponer medidas de austeridad que ahogan a los trabajadores y eliminar todo lo que huela a Estado del bienestar.

Menos derechos, más liberalismo y el que tenga dinero, que disfrute de lo que pueda pagar. Eso es algo que, desde el sindicalismo, no se puede tolerar. El Estado del bienestar y los derechos de los ciudadanos conquistados paso a paso durante más de cien años no pueden ser presa también de la voracidad de estos mercados. Una vez más los sindicatos somos prácticamente los únicos que decimos basta ya. Por eso, entre otras cosas, somos insultados y vilipendiados. Estorbamos a quienes quieren seguir sometiéndonos sin que nadie los critique, los ponga freno o los controle.

Manuel Fernández López, 'Lito'. Secretario General de MCA-UGT

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