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A fondo

Debut del compromiso con la creación de valor

No hay que mirar a las pantallas sino ponerse a trabajar". Así resumía resignado un ejecutivo de Bankia la marcha de la cotización de la entidad en el día de su estreno, cuando el valor atravesaba los peores momentos de la jornada, con caídas del 6%. En un día de claros avances para el Ibex y el conjunto de valores bancarios españoles, la acción de Bankia cerró en tablas, sin duda gracias a las compras con las que los bancos coordinadores de la salida a Bolsa -en especial JP Morgan- se han esforzado en contener la corriente vendedora, a menudo habitual en los días de estreno.

Pero el respaldo de esos bancos coordinadores tiene pronta fecha de caducidad y, en definitiva, los títulos de Bankia deberán cotizar sin red. Será el momento de la verdad, cuando la entidad se enfrente sin paños calientes a las exigencias de los inversores, una vez empleado todo el poder de persuasión posible para convencer a pequeños y grandes inversores para que acudieran a la cotización. Será el momento en que cada accionista siga la pista de su dinero, con la esperanza de obtener rendimientos, aunque sea en el medio plazo. Y ahí es donde Bankia debe ponerse manos a la obra. El descuento da al valor cierta ventaja comparativa frente a sus rivales, pero no así otros ratios como el PER, que hablan de una inversión costosa y de un beneficio muy reducido en comparación con sus rivales. Y el objetivo de sinergias de 500 millones de euros hasta 2013, argumento con el que apostar por la revalorización de la entidad, supone la continuidad en la intensa y comprometida labor de integrar a siete cajas de ahorros de distinta cultura corporativa. De hecho, Rodrigo Rato hizo especial énfasis en su discurso de ayer en destacar el esfuerzo realizado por el equipo humano de Bankia no solo en la captación de inversores sino en el proceso previo de la integración.

Ahora Bankia deberá rendir cuentas ante los 347.338 pequeños accionistas individuales que le han confiado sus ahorros, en una nueva muestra de cómo el cliente bancario español socorre a las entidades en los momentos más crudos de búsqueda de capital o liquidez. Primero fue la captación de depósitos al inicio de la crisis, cuando la quiebra de Lehman Brothers cerró el mercado interbancario y las entidades no conseguían financiación.

La situación se agravó para la banca española cuando estalló la crisis de la deuda soberana. Los inversores pusieron el foco sobre España y comenzaron a apuntar al déficit de solvencia que había creado la elevada exposición al ladrillo. Los depósitos seguían siendo entonces fuente clave de liquidez y a ellos se sumaron las preferentes y los bonos convertibles con los que reforzar capital, también comercializados entre los clientes. Así, aquellas emisiones de convertibles han sido ahora determinantes en el resultado de los bancos españoles en el reciente test de estrés, en el que entidades como Santander o La Caixa han reforzado su ratio de core Tier 1 gracias a aquellas colocaciones. A Bankia no le ha sido sencilla la venta de sus acciones en la red y, como le ha sucedido al resto de bancos que recurrieron a su clientela en busca de capital, empieza ahora su compromiso con la creación de valor.

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