El mal de Bank of America
Brian Moynihan necesita hacerlo mejor. El director de Bank of America (BofA) ha pasado gran parte de sus 18 meses limpiando el desorden de su predecesor, Ken Lewis. Pero a pesar de los esfuerzos, no ha persuadido a los inversores de que le está dando la vuelta a la entidad.
Otro trimestre deslucido no ayudará. No es tanto la enorme pérdida de 8.800 millones de dólares; ese ha sido el resultado de las cargas de 20.100 millones anunciadas a finales de junio para resolver una serie de cuestiones relacionadas con la comercialización de bonos respaldados en hipotecas, eso era lo que se esperaba. Pero aún sin eso, el rendimiento subyacente fue deprimente.
Tras eliminar los 3.100 millones de asistencia antes de impuestos de las ganancias de las garantías, los dividendos de las inversiones, y la venta de la aseguradora Balboa, y la participación restante en BlackRock, los ingresos netos fueron de 1.700 millones. Lo que equivale a un irrisorio rendimiento anualizado sobre el capital del 3,3%. Por supuesto, la mayor parte de los bancos se ven arrastrados por la lenta recuperación y los temores a mayores problemas en el sistema, desde la deuda de EE UU hasta la crisis europea. Pero los inversores han castigado a BofA más que a nadie. Las acciones cayeron más de un 10% desde el anuncio de Moynihan el pasado mes -mientras que las de JP Morgan y las de Well Fargo subieron-. BofA cotiza ahora a menos de la mitad del valor contable.
Eso ilustra la falta de confianza en el potencial de beneficios de la entidad, su gestión (o ambos). Mostrar alguna mejoría sostenible en la actividad del negocio es vital. Quizás, algo de sangre nueva ayudaría; el fichaje más importante de Moynihan, Chuk Noski, duró menos de un año como director financiero. Moynihan debería actuar rápido. Puede estar agotando el tiempo para ganar a los inversores.
Por Antony Currie