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Columna
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Muchos círculos viciosos, viciosos

Europa baila con el peligro. Sus líderes han esquivado constantemente el problema, desde Italia hasta Grecia. Cuanto más se pierde la credibilidad, necesitan hacer más para restaurar la confianza. La cumbre de esta semana es la última buena oportunidad.

Hay un círculo vicioso en marcha. A medida que los inversores están más nerviosos sobre la capacidad de los Gobiernos para resolver los problemas, los costes de endeudamiento se disparan. El círculo vicioso gira ahora sobre un alarmante número de lugares diferentes. Primero en Grecia, que necesita un segundo rescate. Los líderes europeos han dado vueltas buscando una manera de garantizar que los acreedores privados soporten algo de dolor. Pero el hecho de que desde el viernes se hayan seguido barajando tres esquemas diferentes sugiere que aún no hubo consenso.

Solo ahora parece que los políticos consideran seriamente cómo minimizar las consecuencias si el rescate implica una quiebra griega. Aunque el problema no es solo que los políticos no se pongan de acuerdo entre ellos. También han estado en una guerra abierta con el BCE, que se ha resistido a cualquier implicación privada. Los comentarios de Ewald Nowotny, gobernador del banco central austriaco, sugieren que la oposición del BCE a una quiebra podría estar suavizándose. Pero la impresión tras meses de discusiones es que la zona euro es una entidad disfuncional.

Mientras, las travesuras de Berlusconi en Italia ya no son para tomarlas a broma. Su Gobierno ha sido incapaz de reducir el déficit con la suficiente rapidez. A pesar de que el Parlamento aprobó un programa de austeridad, el daño ya estaba hecho. Del mismo modo, los inversores siguen viendo que el Gobierno saliente en España niega el problema de las cajas. Tras la farsa de las pruebas de resistencia del pasado viernes, puede que la credibilidad se haya dañado aún más.

La mayor esperanza reside en que un nuevo Gobierno liderado por la oposición conservadora ataje el problema. Pero a menos que se anticipen elecciones, eso no ocurrirá hasta el año próximo.

En la próxima cumbre, los líderes europeos tienen que demostrar que los escépticos se equivocan. Si vuelven con más soluciones a medias, los mercados les castigarán severamente.

Por Hugo Dixon

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