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Tribuna
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Gestión alternativa

Es un hecho que los grandes protagonistas de la primera mitad de 2011 en los mercados financieros han sido los eventos de riesgo.

A las revueltas sociales en Oriente Medio les sucedió la alarma nuclear en Japón, tras el demoledor terremoto y tsunami. Posteriormente, el foco viró hacia la vieja Europa y su gestión del proceso de reestructuración de la deuda griega para evitar que el contagio al resto de países periféricos acabara en un melodrama.

De fondo, los temas macroeconómicos dominantes: la ralentización de la recuperación de la economía americana, el aterrizaje suave de la economía china, el calentamiento y subida de tipos en las economías emergentes y los test de estrés de los bancos siguen generando incertidumbre.

En consecuencia, los mercados financieros han evolucionado a golpe de noticia y el trade de moda ha sido el risk on-risk off (toma de riesgo-aversión al riesgo).

Ante este complicado escenario, al igual que sucediera tras la crisis financiera, y con la tendencia alcista de la renta fija llegando a su fin, algunos inversores, especialmente los institucionales, se replantean sus carteras de inversión, poniendo énfasis en la gestión del riesgo. El objetivo es asignar mayor peso a estrategias menos correlacionadas con los activos tradicionales y con mayor acento en la preservación del capital, primando su estabilidad. Esa es precisamente la filosofía de la gestión alternativa.

En Reino Unido, por ejemplo, las bancas privadas han aumentado su asignación a inversiones alternativas en sus carteras modelo de un 7% a un 17% desde finales de 2009 hasta ahora. De hecho, en el primer trimestre de 2011 se alcanzaron cifras récord de entradas patrimoniales en fondos alternativos desde la crisis, con más de 32.000 millones de dólares, procedentes fundamentalmente de fondos de pensiones e inversores institucionales.

No obstante, conviene recordar que el concepto de retorno absoluto, inherente a la gestión alternativa, no conlleva ningún tipo de garantía de capital. El mito de la estrategia todoterreno que siempre funciona, independientemente del entorno de mercado, cayó durante la crisis financiera. Sin embargo, es un hecho que ciertos estilos de gestión consiguen capitalizar positivamente la inversión y aumentan la diversificación de las carteras. Se trata de estilos muy flexibles, sin ningún índice de referencia que seguir, con la posibilidad de adoptar posiciones largas (compradas) o cortas (vendidas) en diferentes tipos de activos, haciendo uso de los derivados para modular sus exposiciones y gestionar el riesgo.

Gisela Medina. Responsable de análisis y selección de alternativos de BBVA Quality Funds

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