Que los árboles nos dejen ver el bosque
Pocas veces un ejercicio de transparencia ha logrado confundir tanto como los test de estrés a la banca europea conocidos en la tarde del viernes. Las excepciones, las peculiaridades, los controvertidos criterios de consideración de capital, las renuncias a admitir los resultados e incluso las interferencias políticas han provocado que las pruebas hayan visto la luz profundísimamente desacreditadas, por no decir muertas. Este inquietante escenario no es más, sin embargo, que una muestra más del descontrol que parece haberse instalado en Europa, y cuya máxima expresión es la incapacidad de las autoridades políticas comunitarias sobre cómo dar una salida lógica a la crisis de Grecia mientras los mercados zarandean la deuda soberana de la zona euro.
No obstante, el ruido provocado por la polémica de la configuración técnica de los test de estrés no debe impedir que se saquen lecciones y conclusiones de un repaso a la salud de gran parte de la banca europea tan exhaustivo como el desvelado el viernes. De la avalancha de información cabe sacar una conclusión genérica sobre el sólido resultado logrado por la banca española. Es cierto que cinco de las entidades analizadas han salido marcadas en rojo. Pero no lo es menos que ninguna de ellas necesitará capital adicional, dado que con las provisiones dinámicas y con las convertibles emitidas cubren de sobra las exigencias de fortaleza financiera exigida por las autoridades tanto europeas como españolas. Tampoco debe caer en el olvido el hecho de que ha sido el 92,8% del sistema financiero el que ha pasado por el tamiz de los test de estrés, proporción muy superior a la de cualquier otro sistema europeo. Conclusión relevante también es la oportunidad de la reordenación de las cajas de ahorros que, desde el punto de vista legislativo, tuvo su máxima expresión en el real decreto del pasado febrero.
Bien. Hasta aquí algunos datos y unas conclusiones fundamentales. Sin embargo, la reflexión de fondo ha de ser algo más ambiciosa, debe provocar que los árboles no impidan que se vea el bosque. Un bosque que, en el caso concreto de España, es ni más ni menos que la reestructuración del sistema financiero español, cuyo primer gran hito se va a producir la semana próxima con la salida a Bolsa de Bankia y de Banca Cívica. Es absolutamente vital para la recuperación de la economía española que estas dos operaciones tengan éxito. Y a ello se están aplicando con firmeza el Gobierno, el Banco de España y, por supuesto, los equipos gestores de las dos entidades implicadas. No obstante, tampoco debe perderse de vista que tras estas dos salidas al parqué, todavía quedan muchas incógnitas que despejar. Sin duda, la más urgente es la entrada del FROB en determinadas cajas. De hecho, el equipo de Miguel Ángel Fernández Ordóñez ya tiene sobre la mesa un plan para que el aterrizaje (es decir, la nacionalización) se produzca lo más rápido posible, antes del 30 de septiembre, empezando este mismo mes de julio por la CAM. Catalunya Caixa, Unnim y Novacaixagalicia son las otras entidades que tienen previsto acudir, en mayor o menor medida, al FROB. Es decir, las cajas que recurrirán al dinero público solo suponen el 8% del total de los activos del sector. Este proceso, sin lugar a dudas, es uno de los pilares básicos para tratar de devolver la confianza a las familias y a los mercados sobre el futuro de la economía española. Pero con ello no estará todo hecho. El Banco de España deberá redoblar sus esfuerzos de cancerbero y el Gobierno seguir firme en la puesta en práctica de las reformas que se le reclaman desde los más diversos ámbitos.
Aunque todo ello corre el riesgo de convertirse en papel mojado si no se adoptan de inmediato medidas que acaben de una vez por todas con la actual crisis de la deuda soberana, tal y como el propio gobernador del Banco de España se encargó de recordar, de una manera bastante explícita y taxativa, a las autoridades europeas. Y la próxima oportunidad para lograrlo está bien cerca: el 21 de julio. El próximo jueves, los jefes de Estado y de Gobierno de los países de la eurozona han sido convocados a una cumbre extraordinaria para tratar de desatascar el problema. Aunque en realidad es una cita con la razón de ser y la credibilidad de la idea de Europa.