El mercado seduce al cliente ecológico, gourmet y fiel
Surgen formatos híbridos con oferta de actividades y restauración.
El nuevo mercado de San Antón, en el madrileño barrio de Chueca, tiene gancho para conectar con un público tradicional, con sus charcuterías, verdulerías y pescaderías de toda la vida, y con aquellos consumidores que buscan una experiencia de compra con valor añadido, con bares de tapas a medio camino entre lo cañí y lo chic.
Su reapertura apuntala una tendencia iniciada por el mercado de San Miguel, también ubicado en el centro de Madrid, que consiste en hacer de estos emplazamientos un lugar a medio camino entre la venta de productos gourmet, la restauración y un espacio polivalente donde caben todo tipo de actividades ligadas a la experiencia de compra. "Un puesto de venta no es una vitrina, es un escenario donde el vendedor se convierte en actor y los consumidores en espectadores", afirma Roberto Alonso, experto en asesorar la modernización de mercados de la sociedad Mercasa.
Pero el ascenso de las compras en los mercados tradicionales, auspiciado en parte por la puesta en valor de la dieta mediterránea, ha impulsado la renovación de mercados en toda la geografía nacional. Por un lado, sus edificios, muchos de ellos construidos antes de 1950, son remozados para realzar su elegancia arquitectónica. Por otro, se mejora la logística y se favorece la aplicación de las nuevas tecnologías en las paradas con objeto de introducir una gestión más eficiente de las ventas (programas de fidelización, estadísticas de las ventas, trato más personalizado). Entre algunas de las renovaciones más espectaculares que se han producido recientemente destacan las del mercado de la Esperanza (Santander), el Central de Sabadell (Barcelona) y el de Valencia.
Alonso explica que la clave de la modernización reside en que los comerciantes se involucren en el proceso, ya que son proyectos complejos, que pueden contar con hasta cuatro fuentes de financiación: Administración central, autonómica, local y los propios vendedores.
"El comerciante es un prescriptor", asegura Alonso, y como tal tiene que estar informado de las nuevas tendencias en alimentación, de las cualidades organolépticas de los productos y los beneficios de su consumo para la salud. Los comerciantes se están subiendo con éxito al carro de los nuevos hábitos de alimentación. Por ello, ya resulta habitual encontrar en los mercados paradas especializadas en alimentos biológicos o con denominación de origen.
La buena fama del mercado comienza a atraer a cadenas de distribución de alimentos de tamaño medio, que se ven seducidas por la afluencia de clientes potenciales que acuden con frecuencia a estas plazas. El mercado Once de Septiembre, situado en Barberà del Vallès y con un supermercado El Árbol en su interior, y Burgos Sur, con un Mercadona, son ejemplo de esta tendencia.
Sin embargo, los mercados todavía tienen retos pendientes para captar al nuevo consumidor. Uno de los más necesarios y radicales: abrir más allá de las siete de la tarde.
La cifra
5.000 millones de euros es el valor de las mercancías que se comercializan anualmente en los mercados minoristas.
Las paradas venden el 48% de los productos frescos
En España existen más de 1.300 mercados municipales minoristas, entre los que no están incluidos los mercados ambulantes. En los primeros, se comercializa aproximadamente el 48% de los productos frescos que se consumen al año en España.En 2010 los consumidores compraron mercancías por valor de 5.000 millones de euros en estos emplazamientos. En concreto, las paradas vendieron unos dos millones de toneladas de frutas, verduras y hortalizas. Se comercializaron también 420.000 toneladas de carne y 225.000 toneladas de pescado.La mayor parte de ellos cuenta con una ubicación excepcional en el centro histórico de las ciudades, pero comienzan a surgir otros en barrios nuevos, como el G-9, situado en la zona de El Gamonal, en Burgos.