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Otro octogenario indignado


Jürgen Habermas acaba de cumplir 82 años (el 18 de junio). Un "chaval" al lado de Stéphane Hessel y José Luis Sampedro (nacidos en 1917). Pero ya está casi tan indignado como ellos. El furor del filósofo alemán responde a la ausencia de liderazgo político en Europa, sobre todo, en su patria constitucional y al estancamiento del proceso de integración europeo por culpa de su falta de legitimidad democrática.

Europeísta militante, el profesor emérito de la Universidad Goethe de Frankfurt multiplica estos días sus intervenciones públicas para denunciar iniciativas a-democráticas, a su juicio, como el Pacto del Euro, o para reclamar a los líderes europeos una nueva agenda de reformas económicas que supere la mera receta de austeridad y aspire a una zona euro "unida y próspera".

Habermas también participa en la última publicación del ECFR (European Council on Foreign Relations), un instituto de estudios que está haciendo un esfuerzo especial por explicar la nueva realidad de Alemania.

En su ensayo, Habermas lamenta que "las élites políticas estén escondiendo la cabeza" ante la deriva del proyecto europeo y subraya que "no era inevitable que, tras décadas de aprobación general, el apoyo a la integración europea decayera significativamente, incluso en Alemania".

El pensador alemán, que siempre alertó del peligro del déficit democrático de la UE, considera que ahora el "proceso de integración europea ha llegado a un callejón sin salida".

Habermas cree que no se podrá seguir avanzando a menos que se sustituya el planteamiento administrativo y elitista que predomina en la UE por una implicación mucho mayor del gran público. Y contrasta la parálisis del modelo de construcción europea de arriba a abajo con el éxito del movimiento antinuclear de su país, que tras 40 años de lucha ha logrado, gracias a Fukushima, imponerse a las tesis de la cúpula industrial alemana.

El octogenario profesor tampoco ahorra críticas contra la clase política en general (por su oportunismo pendiente de los sondeos) ni contra la canciller Angela Merkel en particular (a quien califica de euroescéptica).

"El público nota que falta algo en este discurso político carente de valores", advierte Habermas. Y atribuye a ese desencanto el hecho de que los ciudadanos estén dando la espalda a los partidos políticos tradicionales para canalizar sus reivindicaciones a través de movimientos de protesta espontáneos o con un objetivo concreto.

El filósofo, aunque indignado, concluye con una esperanza: "Quizá al menos algún partido político se remangue y asuma activamente la lucha en las calles a favor de la integración europea".

Por cierto, que el encono de Habermas contrasta con el optimismo de Alexander Cammann, que titula "Happy Europe" su ensayo en la publicación del ECFR. incansable. Quizá sea porque "solo" tiene 38 añitos.

Imágenes: Habermas, Hessel y Sampedro (tomadas de elpais.com y de mis[re]lecturas

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