Madoff: "Soy la piñata humana de Wall Street"
El mayor estafador de la historia quiere pasar los últimos días de su vida en familia, pero el juez que le sentenció cree que "simplemente no lo merece".
En un día como hoy, hace dos años, Bernard Madoff fue condenado a 150 años de prisión por una estafa piramidal sostenida durante décadas que alcanzó los 50.000 millones de dólares, el mayor fraude cometido por una sola persona. El New York Times publica esta semana una conversación telefónica mantenida recientemente con el exbanquero, y recoge los esfuerzos de sus abogados por ver reducida la pena frente al dictamen imperturbable de Denny Chin, el magistrado que dejó caer el mazo.
En su entrevista con el diario neoyorkino, Madoff expresa que hay "una gran diferencia" entre morir en prisión y morir "fuera, con tu familia". El recluso, de 73 años, lamenta hoy los términos empleados en el veredicto del juez Chin, quién tachó su conducta de "extraordinariamente perversa". Aquellas palabras, reproducidas y amplificadas en los medios de comunicación, son en su opinión "poco realistas, injustas y con un conocimiento nulo de la industria".
Madoff cree que el magistrado hizo de él "la piñata humana de Wall Street" en el momento del estallido de la crisis bursátil internacional, movido por la "psicología de masas del momento". Y expone que las compañías financieras y los funcionarios del Estado han salido mientras tanto airosos. "Recuerden que fueron ellos quienes causaron la recesión, no yo". El estafador insiste en su condición de chivo expiatorio, al que se ha aplicado una condena más propia de un asesino en serie. "Me sorprende que Chin no sugiriera una lapidación en la plaza pública", remataba en su comunicación con el rotativo.
El abogado de Madoff, Ira Lee Sorkin, intentó por todos los medios que su cliente pudiera disfrutar de un año de libertad antes de su muerte. En el juicio, propuso una "sentencia de por vida efectiva" de 12 años, como primera opción, o de 15 a 20 años, como segunda. El juez Chin entendió entonces que era "un argumento justo" el querer concederle a alguien "una esperanza y algo por lo que vivir". Pero tras sopesar los once cargos por los que le juzgaba y atender a los testimonios de los estafados, pensó que, "en el fondo, simplemente no lo merecía". Y añadía: "los beneficios de darle una esperanza pesan mucho menos que otras consideraciones".
Entre los archivos de Chin figura el caso de un hombre que invirtió todos sus ahorros en el fondo de Madoff y murió de un ataque al corazón dos semanas después. La viuda acudió al exbanquero y este la abrazó y le pidió que no se preocupara porque sus ahorros estaban a salvo con él. "Entonces ella le dio su propia pensión", recoge Chin en sus notas. El juez apela a situaciones como esta, de entre los cerca de 450 emails que recibió de los perjudicados, para mantenerse firme en su veredicto. Las víctimas no eran "clientes ricos o institucionales", matiza, sino "gentes de clase media, ancianos o retirados". Razones que le llevaron a obviar los repetidos discursos de perdón de Madoff frente a los afectados, junto a su declarado sentimiento de "horrible culpa".