El callejón sin salida de las hipotecas
Los datos sobre la constitución de nuevas hipotecas durante el mes de abril, publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), permiten vaticinar otro año negro para el mercado de la vivienda. Los datos de este cuarto mes -que muestran un descenso de más de un 38% en tasa interanual- reflejan una aceleración significativa en la caída de las hipotecas hasta llegar casi a niveles similares a los de 2009, año en que se registraron los peores datos desde el inicio de la crisis. Con la caída de abril, el mercado hipotecario de vivienda encadena un año de descensos.
Varios factores explican este fortísimo derrumbe. Uno de ellos es la disminución de la renta media disponible de los ciudadanos, fruto del aumento del desempleo, la congelación de los salarios, la subida de impuestos y el efecto de la inflación que hasta el pasado mayo no descendió por primera vez en varios meses. También las expectativas negativas respecto a la evolución de la economía en los próximos meses están ejerciendo un serio efecto desincentivador sobre la demanda. A todo ello hay que sumar el endurecimiento de las condiciones de crédito por parte del sector financiero, inmerso en un proceso de saneamiento y recapitalización que obliga necesariamente a una mayor austeridad en este terreno. La eliminación parcial de la deducción por compra de vivienda, cuyo efecto ya se notó en el mes de marzo, termina de explicar este descenso.
Como no puede ser de otra manera, las dificultades financieras de las familias no se limitan a las nuevas hipotecas, sino que tienen también su reflejo en el mercado del crédito vivo. De acuerdo a los datos del Banco de España, el volumen crediticio concedido para la adquisición de vivienda no ha descendido desde 2007. Esta aparente paradoja se explica por la creciente práctica de renegociar la deuda que las entidades financieras está llevando a cabo con los prestatarios en dificultades. Con ello, el sector trata de evitar el mayor número posible de ejecuciones hipotecarias en un intento por dejar de acumular en sus balances unos inmuebles que actualmente tienen muy difícil salida en el mercado. Pese a lo razonable de esa estrategia, la agencia crediticia Fitch ha advertido del exceso de flexibilidad de las entidades financieras a la hora de gestionar la morosidad, con fórmulas de elevado riesgo como el alargamiento del plazo de las hipotecas una media de siete años. Desde Fitch se asegura que esas ampliaciones revelan una clara incapacidad de pago por parte del deudor, un dato que apunta a que parte de las renegociaciones de deuda tienen como objetivo disminuir el número de impagos a reconocer. De confirmarse ese extremo, las entidades financieras no estarían sino aplazando -y con ello agravando- un problema cuya magnitud nada apunta a que vaya a decrecer en un futuro cercano.