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Tribuna
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La carrera por la dirección del FMI: que gane el mejor

La cuenta atrás se termina y quedan ya pocos días para la elección del director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) el próximo 30 de junio. De momento, la carrera está reñida entre dos candidatos muy cualificados: Christine Lagarde, la ministra de Finanzas francesa, y Agustín Carstens, gobernador del Banco de México.

Pero, objetivamente, si alguien quiere establecer quién es el mejor candidato, ese alguien necesita tomar una aproximación política para conocer quién tiene el mayor potencial para ganar. Desde la instauración del FMI en 1944, el director gerente siempre ha sido europeo. Es parte del trato hecho con Estados Unidos, en virtud del cual un estadounidense siempre es el líder del Banco Mundial, mientras Europa, hasta ahora, ha comandado el FMI.

Al hilo de esto, se hace más fácil entender por qué Stanley Fischer, gobernador del Banco de Israel, no es un candidato, a pesar de tener las mejores credenciales objetivamente, mientras que la señora Lagarde es claramente la favorita. A pesar de todo, aunque Fischer podría haber supuesto un soplo de aire fresco intelectual para la organización, creo que los dos candidatos principales, Christine Lagarde y Agustín Carstens, están extremadamente bien cualificados -pero por motivos diferentes-. La señora Lagarde es una jugadora internacional dominante.

Lagarde se ha ganado el respeto como ministra de Finanzas en el Gobierno de Nicolas Sarkozy y ha mantenido el tipo con los temas de deuda en la Unión Europea. También tiene un background estadounidense excelente como socia principal del bufete de abogados de Chicago Baker & McKenzie. Si llega al Fondo Monetario Internacional, traerá a la mesa peso político y una perspectiva europea.

El señor Carstens, por otro lado y desde un punto de vista más pragmático, tiene currículum y habilidades para convertirse en director gerente. Fue anteriormente vicedirector gerente del FMI y tiene experiencia tanto en un banco central como en un ministerio.

Carstens representa además a las economías emergentes, que cada vez tienen más relevancia en el FMI. Lo vimos claramente en la reunión del G-20 en el año 2010, donde los mercados emergentes obtuvieron un mayor poder de votación en la entidad. Agustín Carstens representaría la opción del insider para dirigir el FMI.

Los derechos de voto actuales en el FMI se reparten de la siguiente manera: Estados Unidos, 16,78%; Japón, 6,24%; Alemania, 5,82%, y Francia y Reino Unido tienen un 4,30% cada uno, mientras China acumula un 3,82%. Así, en términos de votos, parece que Christine Lagarde es la clara favorita.

Hay, no obstante, algunas razones tácticas por las que la carrera puede seguir abierta. Primero, el tema que más presiona en la economía global ahora mismo es la crisis de deuda en la Unión Europea. El Fondo Monetario Internacional, de momento, ha financiado un tercio de todos los rescates, pero como parecen no tener fin, podría haber cada vez más descontento entre los miembros del FMI si la entidad se convierte de facto en un fondo de rescate para la UE en lugar de, como se supone, un jugador global en el sistema financiero mundial. Esta sensación empeoraría si tenemos a otro europeo a la cabeza del FMI.

No obstante, se podría utilizar exactamente el mismo argumento para mantener a un europeo: los problemas en la UE tienen un mayor alcance ahora y, por tanto, haría falta alguien con un conocimiento profundo del proceso y del potencial político.

Desde una perspectiva de teoría de juegos, me inclino a pensar más a favor del señor Carstens profesionalmente. Si lidia con Europa, el FMI tendrá así un tono ligeramente más neutral que si la institución es dirigida por un europeo. Cuando eres parte del problema, es raro que logres liderar realmente una reconstrucción económica.

Otro tema práctico que va a favor de Carstens es el hecho de que el FMI, de facto, juega un papel principal cuando la troika (UE, BCE y FMI) acude al rescate de un país débil y endeudado. Tiene la experiencia, la plantilla, y el modus operandi para navegar por el difícil análisis e implementación de los planes decididos. Carstens ha tomado parte de esto en su anterior rol y no necesitaría presentaciones de cara a la plantilla y a los legisladores.

No obstante, aunque creo que Carstens es un candidato levemente mejor que Lagarde, si nos basamos en la experiencia y en los méritos, espero que Lagarde sea elegida el próximo 30 de junio. Y, para ser honesto, creo que difícilmente veremos diferencias en el FMI si gobierna Lagarde o Carstens. Los problemas que afrontan Estados Unidos y Europa están ahora en una fase donde ganar tiempo y chutar la lata calle abajo no parece ser una solución.

El nuevo director gerente del FMI debería ser evaluado por su habilidad para dejarle claro al mundo que resolver un problema de deuda con más deuda nos conduciría a perder décadas de crecimiento, como en Japón. ¡Que comience la carrera!

Steen Jakobsen. Economista jefe de Saxo Bank

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