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Alemania necesita una cifra para salvar a Grecia

Alemania ya ha conseguido que sus socios de la zona euro, incluida Francia, acepten la participación del sector financiero en el segundo rescate de Grecia, aunque el BCE ha impedido que esa aportación sea obligatoria. Ahora el Gobierno de Merkel necesita cuantificar esa aportación para que los préstamos a Atenas resulten aceptables en su país. El regateo sobre esa cifra arranca mañana en Luxemburgo, con una reunión de ministros de Economía (Eurogrupo). Si Berlín no fuerza la máquina para lograr un guarismo demasiado elevado, la salida de la crisis griega, al menos temporal, podría estar a la vuelta de la esquina.

La negociación se antoja dura. Y las fuentes consultadas temen que, a pesar del vistoso acuerdo del viernes entre Merkel y Sarkozy, el Eurogrupo se enzarce en una batalla sobre la letra pequeña que desestabilice de nuevo los mercados tan pronto como abran el lunes.

El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schaüble, llega a Luxemburgo decidido a que el acuerdo sobre los próximos préstamos a Grecia (12.000 millones de euros a liberar antes de mediados de julio) incluya un mandato claro sobre la participación de los bonistas en el futuro rescate. Una contribución que Schaüble espera que sea "sustancial" y, sobre todo, "cuantificable".

Berlín ha renunciado a los fórceps para obtener esa contribución, pero el parto natural también resultará doloroso para los inversores. Los acuerdos voluntarios con los acreedores aspiran a obtener al menos una participación de unos 30.000 millones de euros en un segundo rescate valorado en torno a los 90.000 millones.

La fórmula para lograrlo sería un compromiso voluntario de los inversores para mantener su exposición en Grecia. "Hay antecedentes y mecanismos para conseguirlo", reconocen en Bruselas comunitarias. Al fin y al cabo, la alternativo para los inversores institucionales sería peor, porque se arriesgarían a una suspensión de pagos en Atenas que les dejaría sin cobrar.

Los acreedores internacionales, además, son sobre todo bancos europeos (franceses y alemanes, a la cabeza) que no están en condiciones de ignorar las sugerencias de sus respectivos gobiernos. Al fin y al cabo, siguen operando gracias a las garantías públicas (por valor de 3 billones de euros) concedidas por los Estados desde 2008. Y ya se sabe. Un favor con favor se paga.

Foto: cartel en el Metro de Madrid (B. dM., abril 2011).

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