Cenar con Buffett por caridad
La puja para el almuerzo exclusivo con Warren Buffett está en 2,3 millones de dólares. Para la mayoría del mundo, es una enorme cantidad de dinero, casi sin precedentes para Glide, una organización benéfica que ayuda a los pobres y los sin techo. Para Steve Schwarzman, el titán del capital riesgo que gastó millones en una lujosa fiesta de cumpleaños, es una ganga.
Los verdaderamente ricos, después de todo, tienen un montón de dinero. El 1% de los contribuyentes de EE UU duplicó sus ingresos entre 1990 y 2005, frente a un aumento del 13% de la clase media, según la Oficina de Presupuestos del Congreso. El dinero es la parte fácil. Los derechos de presumir son más difíciles de conseguir.
Según las malas lenguas, Schwarzman pagó un millón de dólares a Rod Stewart para que cantara media hora en su excesiva fiesta. La puja por una comida de tres horas con Buffett podría llegar a los seis millones para estar a la altura de Schwarzman.
Luego está el plato final de vanidad para los híper millonarios de cierta talla, como propietarios de un equipo de deporte profesional. ¿Y Davos? 600.000 dólares por llevar la tarjeta de socio estratégico del Foro Económico Mundial. Si un miembro quiere dejar huella entre amigos y clientes, financia un cóctel o cena. Un almuerzo con uno de los inversores más influyentes del mundo, por no mencionar que tiene información privilegiada sobre la historia más salaz del año, es mucho más valioso. Por otra parte, lo recaudado va a obras de caridad. Eso es difícil de superar.
Agnest T. Crane