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Columna
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Palos contra el gasto autonómico

Lo último que España necesita es una de sus comunidades autónomas diciendo que está en "quiebra total", como dijo recientemente el nuevo gobierno de Castilla-La Mancha. Mientras que esa región es pequeña, resulta cada vez más claro que alguna de las más grandes, como Cataluña, volverá a saltarse su objetivo presupuestario este año. El Gobierno debe utilizar palos más grandes para mantener a las comunidades autónomas bajo control.

Varias no cumplieron sus objetivos en 2010, incluyendo la derrochadora Castilla-La Mancha. Las cifras del presupuesto para el primer trimestre revela que han gastado casi la mitad de su presupuesto anual, lo que puede tener algo que ver con las elecciones autonómicas del pasado mayo. Cataluña, una de las más grandes, ha ignorado el objetivo de déficit del 1,3% impuesto por el Gobierno, y está apuntando el doble.

Para ser justos, el actual Gobierno catalán heredó un déficit del 3,9% el pasado año y está haciendo serios ajustes en sus presupuestos, incluyendo el gasto en sanidad. Argumenta que necesita más tiempo, y también tiene poder de negociación con el Gobierno central, ya que codicia los votos del partido nacionalista catalán en el Parlamento.

La agencia de rating Moody's sostiene que el Gobierno central tiene limitadas herramientas para mantener a las comunidades autónomas bajo control, como limitar deuda a largo plazo. Pero el Gobierno no es impotente. Puede aplazar las transferencias. Puede dejar claro que no garantiza la emisión de bonos minoristas de gobiernos regionales. Y puede y debe forzar el límite de gasto -no solo el objetivo de déficit- de las regiones lo antes posible. Cualquier lapsus debería llevar sanciones automáticas. Las comunidades autónomas deberían empezar a publicar sus cifras mensualmente, no trimestralmente. Madrid debe establecer directrices sobre como controlar el gasto en Sanidad, un tema tabú durante mucho tiempo.

A largo plazo, el sistema está pidiendo a gritos una revisión de las transferencias y duplicidad de competencias que fomentan la ineficiencia. Pero mientras tanto, el Gobierno central no debería rehuir el uso de los palos a su disposición.

Fiona Maharg-Bravo

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