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Tribuna
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El poder del contexto

Malcom Gladwell publicó un libro hace 10 años titulado The Tipping Point. En el mismo, identificaba tres componentes clave para que un mensaje se difundiera con éxito. Uno de estos componentes era el poder del contexto, es decir, las condiciones del entorno que en un momento dado favorecen el éxito de un mensaje.

Algún experto ha señalado recientemente que "nunca ha sido tan importante, y siempre lo es, lo que ha ocurrido y ocurre en macroeconomía". Algo que nos remite directamente a la aseveración de Gladwell, pero que va mucho más allá.

Mucha gente compartirá conmigo que el rendimiento, capacidad y actividad de numerosas empresas españolas es notablemente mejor que la realidad percibida sobre las mismas en los mercados. No solo hablamos del Ibex 35, sino de algunas otras compañías que -al contrario que otros competidores suyos- realizan compras exitosas y obtienen financiación para las mismas, son líderes en Europa y en el mundo, y cumplen sobradamente con las expectativas del mercado y sus vigías.

No obstante, el contexto macroeconómico y la percepción del entorno en el que operan -o más bien, en el que tienen su sede social principal- determina su reputación y percepción. Es imposible abstraerse del poder fagocitador de un contexto macro que muchas veces oculta el buen hacer de nuestros gestores, situándolos entre los mejores del mundo.

Hoy en día, el abordaje de una operación corporativa -fusión, adquisición o salida a Bolsa- requiere más que nunca prestar especial atención al contexto y escenario en el que se va a desarrollar. Pensemos, por ejemplo, en la estrecha relación que guardan la política y la economía, donde un cambio regulatorio -más imprevisto e impensable que nunca- puede dar al traste con unos resultados o una cartera de inversiones. Relativicemos también en el papel e influencia de los medios de comunicación y de los periodistas. La noticia ha pasado a ser una commodity y cobra cada vez más importancia la modelización de la opinión y el análisis. Una idea que Juan Luis Cebrián apuntó en su libro El pianista en el burdel, donde señala que "la tarea principal de los periodistas será la de ayudar a los ciudadanos a comprender un mundo que no se organiza como antes y donde los periodistas estamos obligados a cambiar".

Por último, no vale esconderse. Las condiciones pueden ser duras y requerir prudencia y mesura, pero no debemos renunciar a nuestro papel. Es más, debemos reivindicarlo con un relato firme y sin fisuras. Algunos se han impuesto al poder del contexto, pero muchos han logrado navegar en el mismo con cierto éxito. En los tiempos que corren, esta es la prioridad.

Juan Rivera. Socio de Llorente & Cuenca

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