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Columna
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Problemas para el CEO de Microsoft

Microsoft ha perdido demasiadas oportunidades con Steve Ballmer al mando. Esto supone una crítica justa avivada la semana pasada por el llamamiento del director del hedge fund David Einhorn para que el CEO del gigante informático renuncie a su cargo. Pero eso por sí solo no significa necesariamente que Ballmer vaya hacerlo, o que debería estar en primera línea de fuego. A otros consejeros delegados estadounidenses -incluyendo a Jeff Immelt de General Electric- les ha ido mucho peor.

Ballmer comenzó como CEO en 2000. Y en la última década, las acciones de Microsoft cayeron alrededor de un tercio, mientras que a penas aumentaron en los últimos cinco años. En resumen, Ballmer ha manejado al "viejo" sistema operativo relativamente bien, pero calculó mal los nuevos desarrollos en computación e internet, perdiendo miles de millones de dólares en el camino mientras perseguía a empresas innovadores de Silicon Valley como Apple y Google.

Sería mucho pedir a una compañía que dominara más de una tecnología capaz de cambiar verdaderamente el mundo. Pero con esa salvedad, la caída de Ballmer se ha fijado como blanco aunque esté lejos de ser el único CEO estadounidense en dificultades para sacar provecho a su franquicia. Y al menos, Ballmer vio la necesidad de pagar dividendos unos años antes de, por ejemplo, John Chambers de Cisco Systems.

En términos de rentabilidad total, los accionistas de Microsoft han bajado poco más de un 10% en diez años, y mejorado un 14% en los últimos cinco, según Thomson Reuters Datastream. Algo que está lejos de ser gratificante, pero que sobrepasa fácilmente a Cisco. Echando un vistazo al panorama general, Ballmer machaca al reinado de una década de Immelt en GE y supera los últimos cinco años de Rupert Murdoch en News Corp.

Las calificaciones de Ballmer le condenan, desde luego, a tímidas alabanzas. Pero su problema no es tanto la reducción de beneficios sino la pérdida de fe de los inversores de Microsoft. Einhorn seguramente no podrá satisfacer rápidamente su deseo de sustituirle. Ballmer y el presidente de Microsoft, Bill Gates, son viejos amigos y juntos poseen más del 10% de la compañía. Ballmer probablemente tiene más tiempo de reinventar Microsoft más convincentemente.

Richard Beales

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