La suerte de los campeones, para Vettel
Final accidentado para un gran premio apasionante. Un gran Sebastian Vettel tuvo la suerte (y las decisiones de los comisarios) de cara y se alzó con la victoria, por delante de Fernando Alonso, magistral de nuevo, y un combativo Jenson Button. El asturiano tuvo la victoria a tiro.
Que la Fórmula 1 vive una segunda juventud gracias a la entrada en escena de Pirelli, la recuperación del kers y el alerón móvil no lo duda ya nadie. Y Mónaco, carrera mítica donde las haya, la que ha hecho más grandes a los grandes, ha sido el mejor ejemplo de ello. Y eso, a pesar del mal final, con una bandera roja y la discutible decisión de los comisarios, que permitieron un cambio de neumáticos que dio aire a un Sebastian Vettel que tenía muy difícil acabar líder. "Ha sido una carrera muy interesante", aseguró Alonso en la rueda de prensa posterior a la carrera. "El primer safety car nos vino muy bien, el segundo nos vino muy mal... ser segundos saliendo cuartos es un resultado magnífico".
Alonso nos vuelve a acostumbrar a salidas espectaculares. Esta vez arañó una posición tras dejar atrás a Webber. Pero, a diferencia de lo que sucedió en Barcelona, el asturiano sí se mantuvo en la pomada, conservando la tercera posición. No pareció costarle demasiado, favorecido por las menores exigencias de tracción del mítico circuito monegasco.
Todo dio un giro en la vuelta 33. El combativo Lewis Hamilton, otro de los protagonistas de la carrera llevaba varios giros intimidando a Felipe Massa, en dura pugna por la décima plaza. Llegaron a tocarse, incluso, en la mítica curva de Loews. El inglés decidió adelantar al brasileño donde menos se esperaba: dentro del túnel, un terreno vedado en más de medio siglo de competición. El adelantamiento llevó a Massa a estrellarse contra el muro. Los comisarios apreciarían posteriormente que el piloto de McLaren provocó el accidente, lo que le hizo acreedor de un drive through (paso por la zona de boxes sin posibilidad de cambiar neumáticos). A la vez, a Michael Schumacher se le paró el motor justo en la curva Rascasse, a la entrada de talleres. Tras el safety, Button reclamó la primera plaza, con Vettel y Alonso siguiéndole. El coche de seguridad hizo su aparición.
Y entonces se produjo la segunda gran clave de la carrera. Vettel fue el único que no entró a cambiar neumáticos en una decisión casi incomprensible de la que sus rivales tardaron en percatarse. Sus neumáticos deberán aguantar de la vuelta 16 a la 78.
Y hay que rendirse a la evidencia. El alemán no solo tiene el mejor coche, también es un superclase al volante que hace malo a su compañero de equipo, capaz de aguantar con unas ruedas en avanzado estado de descomposición las embestidas de todo un bicampeón del mundo. Y además, la suerte se alió con él.
En la vuelta 70, a la salida de las chicanes, un choque múltiple inducido por el Force India de Adrian Sutil, que desencadenó un efecto en cadena que destrozó el bólido de Jaime Alguersuari y dejó a Vitaly Petrov empotrado contra el muro de la piscina. Salió el coche de seguridad,y a las dos vueltas el jefe de carrera sacó la bandera roja, que decretaba la suspensión temporal de la carrera.
Podría haberla suspendido. Y habría sido lo habitual en otras ocasiones. El jefe de carrera, Charlie Whiting, afortunadamente decidió que se corrieran las últimas cinco vueltas, un homenaje al excelso espectáculo que hasta el momento estaban ofreciendo los tres hombres de cabeza. Pero lo deslució permitiendo a las escuderías que se cambiasen los neumáticos, una medida que favoreció claramente a Vettel. Fernando Alonso todavía tuvo tiempo de marcar dos vueltas rápidas de la carrera, pero ya fue imposible mover el resultado. "Estaba dispuesto para ese ataque final, pero es difícil aquí, hay un riesgo del 50% de adelantar o darte un golpe, Vettel tenía más que perder que yo, así que por eso estaba dispuesto a todo", sentenció el asturiano.
Fue un excepcional gran premio. Pero podría haber sido histórico.
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