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La operadora se enfrenta a la fase final de su histórica multa

Telefónica se juega algo más que 152 millones en Luxemburgo

La Comisión Europea quiso dar un castigo ejemplar y Telefónica se lo puso en bandeja. Hoy, las dos partes se juegan en los tribunales algo más que dinero.

Hay veces en que una multa es mucho más de lo que parece. Y lo es, incluso, cuando esa sanción es una de las mayores que ha impuesto la Comisión Europea por abuso de posición dominante solo por detrás de Microsoft, y cuando la cifra asciende a 152 millones de euros.

Es cierto que la cuantía es alta, pero ¿qué son 152 millones de euros para Telefónica? ¿Para una empresa que gana más de 10.000 millones? ¿Para una compañía que compra empresas a golpe de talonario? Es dinero, sí, pero va más allá de eso.

Y es que el castigo comunitario que recibió Telefónica aquel julio de 2007 fue para la operadora más que una multa, fue una reprimenda pública, incluso una humillación. Cuando todo remaba a su favor, cuando por fin había dejado de ser una operadora periférica gracias a la compra de O2, la Comisión Europea puso sus pies en el suelo y la señaló para que todos los exmonopolios se anduvieran con cuidado.

France Télécom había recibido su reprimenda un tiempo antes y Deutsche Telekom también tenía su sanción. Entonces llegó Telefónica, con métodos para trabar a sus rivales en ADSL e impedir que pudieran competir que las autoridades de competencia comunitarias consideraron muy parecidas e incluso peores, por su efectividad, duración en el tiempo e impacto en el desarrollo (subdesarrollo, según Bruselas) del mercado de banda ancha en España, a las de sus compañeras europeas. Y decidió que si Telefónica no había aprendido nada es que debían cambiar la fórmula.

Y así se hizo. Apoyados en la reciente revisión de la regulación, la multa de Telefónica fue mucho mayor que las que le tocaron a France Télécom o Deutsche Telekom.

La reacción de la afectada fue tan furibunda como la cuantía de la multa. Nunca asumió la culpa y logró convencer al Gobierno español para que la apoyara en su recurso al Tribunal de Luxemburgo. Eso ha engrandecido aún más la causa, que ha pasado de ser un tema privado a un asunto nacional. Incluso levantó recelos entre la denunciante, Orange (filial de France Télécom), y el Ejecutivo, ya que España se puso al lado de una de las partes y en contra de las demás operadoras de ADSL, a las que Telefónica, según la sanción de la CE, ató de pies y manos para competir.

Hoy, la Comisión Europea y Telefónica se ven las caras en la sesión que examina el recurso de la española. La lucha comunitaria contra los monopolios y las grandes empresas contra la sensación de injusticia de la multada.

Telefónica pide que se anule o reduzca la sanción y para ello esgrime, según su recurso, vulneración de su derecho a defenderse, errores en la definición comunitaria de los distintos mercados de ADSL, así como en la aplicación del artículo del Tratado de la UE que ha justificado su alta multa, equivocaciones también en los cálculos y la metodología de la CE y la "vulneración del principio de proporcionalidad e igualdad de trato" (es decir, la diferencia con las multas de otros exmonopolios). Todo ello, junto a su principal eximente: ella hizo lo que la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) le dijo.

La CE, mientras tanto, tiene a su favor los altos precios de la banda ancha en España y el subdesarrollo de este mercado en comparación con otros países europeos. La comisión considera que de ello tuvo mucha culpa la actitud de Telefónica de trabar a sus rivales en ADSL durante cinco años. Y que debe pagar por ello.

Duelo al más alto nivel en Luxemburgo.

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