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Columna
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Comerciar sin estabilizadores

Que Glencore vea fluctuar su precio parece un ejemplo de la llamada estabilización de acciones. Estas operaciones de apoyo son un elemento legítimo de las ofertas públicas iniciales -aunque eso no hace que sea algo del todo bueno-.

Las acciones del operador de commodities cerraron el viernes en su precio de oferta tras varias oscilaciones. Eso puede reflejar la confianza del mercado en el valor fundamental de Glencore. Pero el panorama se ensombrece por el hecho de que la compañía ha nombrado a un administrador de estabilización -un papel común en las OPV y que es el caso del coordinador principal de emisiones Morgan Stanley-.

El administrador comienza con una posición corta en la participación -en la OPV de Glencore, el equivalente al 10% de la emisión de acciones-. Si hay una gran demanda, el corto se cubre con nuevas acciones del emisor. Si el precio de las acciones cae, el corto puede cubrirse en el mercado. No está claro aún lo que Morgan Stanley ha estado haciendo en este sentido y los reguladores no le han obligado a comunicarlo.

Los defensores argumentan que esto crea liquidez y corrige las anomalías de mercado. Eso es particularmente relevante en el caso de Glencore. Casi un tercio de las acciones se emitieron por inversores básicos, que no pueden operar durante seis meses. Del mismo modo, los socios de Glencore están atrapados.

Pero algunos reguladores están preocupados por la estabilización y han endurecido las normas para evitar abusos: en la mayoría de los mercados, los bancos no pueden comprar por encima de la última transacción o del precio de la OPV.

Para los coordinadores principales de emisiones puede suponer un poco de seguridad. Si las cosas van bien, puede haber una comisión extra. Si las acciones caen mucho, puede haber beneficio a corto. La estabilización está regulada, pero no es transparente. Mientras los beneficios en liquidez son reales, cualquier apoyo a la determinación de un precio es teórico. Hasta que el periodo de estabilización se acabe, los nuevos inversores no pueden estar absolutamente seguros sobre cuál es el auténtico precio.

Por John Foley

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