La entrepierna de Strauss-Kahn
A Dominique Strauss-Kahn le ha vuelto a traicionar la entrepiena. El director gerente del FMI ha sido detenido en su mismísimo asiento de primera clase pocos minutos antes de despegar del aeropuerto JFK de Nueva York con destino a París. ¿El motivo? La denuncia de una camarera del hotel Sofitel por agresión sexual.
Como la vida del economista francés, de 62 años, tiene varios episodios de carácter sexual poco clarificados, las cosas pintan serias para el político socialista, que desde el trampolín del FMI se disponía a disputarle a Nicolas Sarkozy la presidencia de Francia.
La acusación: acto sexual criminal, intento de violación, y un retención ilegal en relación con un asalto sexual a una camarera de 32 años en la suite de lujo de un hotel de Manhattan ayer, según las autoridades de EE UU, informa The New York Times.
Casado con Anne Sinclair, una famosa periodista de la televisión francesa http://annesinclair.typepad.fr/journal/about-anne-sinclair.html, la reputación de Strauss-Kahn atravesó problemas serios en 2008, ya estando en el FMI, por un romance con una economista húngara que, supuestamente, recibio mejor trato profesional a cambio de favores sexuales. Tras una sonada investigación, el FMI apostó por la inocencia de su director gerente, a pesar de que pocos dudan de la importancia de los ardores de Strauss-Kahn, al menos en su vida privada. La cosa se resolvió entonces con una petición de disculpas a su esposa, de origen estadounidense, y a los empleados del FMI.
Esta detención llega en un momento clave para el FMI, al que Strauss-Kahn, sucesor en el cargo de Rodrigo Rato ha dotado de más peso e influencia tras la crisis económica. En el último año ha jugado un papel básico en los rescates de Grecia, Irlanda y Portugal. Para Francia también es un susto: Strauss-Kahn albergaba, a menos hasta ayer, la ambición de competir en la primarias socialistas de otoño para optar a la presidencia de la república. A Sarkozy, por lo demás, no le viene nada mal esta denuncia contra quien se empezaba a mostrar como un serio adversario.