_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un trabajo a la italiana para el BCE

Mario Draghi debería negarse a un trabajo italiano, por lo menos hasta después de su labor al frente del BCE. Con el respaldo alemán, el gobernador del Banco de Italia es uno de los favoritos para presidir la institución europea. Si hay alguna sospecha de que Draghi ambiciona volver a casa como primer ministro de Italia o presidente, su imparcialidad podría verse cuestionada. Qué importa si su país puede verse abocado a una crisis de deuda durante su mandato.

Draghi es, en muchos aspectos, un candidato ideal para sustituir a Jean-Claude Trichet. Sus 63 años de edad combinan una carrera como economista con conocimientos serios en mercados financieros tras sus días en Goldman Sachs. También sabe sobre gestión de finanzas públicas debido a su trabajo al frente del Tesoro italiano, y tiene una amplia experiencia y contactos. Además es bueno que su nacionalidad italiana no le haya impedido obtener el apoyo germano.

Italia parece haber escapado de la actual crisis de deuda soberana. Eso se debe en gran parte a que el Gobierno ha evitado que el déficit fiscal se incrementara demasiado durante la crisis de crédito, y porque los italianos son grandes ahorradores. Pero la deuda pública, ahora al 120% del PIB, es muy alta; el crecimiento del país es lento, con un promedio de alrededor de un punto porcentual por debajo de la zona euro durante la última década. Así que no puede llegar a decirse que no ocurrirá que la deuda pase factura -especialmente si su sistema político continúa paralizado-.

La pregunta entonces sería cómo Draghi manejaría la situación. En particular, si demostraría favoritismo a su país o no. A pesar de haberse mantenido al margen de la corrupción de mucha de la vida pública italiana, también ha mantenido baja la cabeza -tal vez porque ha buscado no infringir las normas de Berlusconi quien lo ha apoyado para presidir el BCE-. Pero en su nuevo trabajo, Draghi no necesitará devolver favores a nadie.

Hugo Dixon

Archivado En

_
_