Comienza la época de bonanza para Fiat
Tal vez no lo parezca a primera vista, pero la Fiat de Sergio Marchionne puede ser la artífice del acuerdo del siglo en el sector del automóvil. Cuando el fabricante de coches italiano aceptó llevar a su taller a una Chrysler en bancarrota hace dos años parecía apostar por una nueva tendencia relativamente libre de riesgos: el Gobierno de EE UU dio a Fiat el control de la gestión y un 20% de participaciones -incrementado al 30%- a cambio de nada.
Solo ahora empieza a quedar cada vez más claro lo bueno del negocio de Marchionne. El catalizador ha sido el desempeño financiero de Chrysler, que ha mejorado lo suficiente como para ser capaz de refinanciar los 7.500 millones de dólares de su deuda con el Gobierno de EE UU y de Canadá, gracias a la cual la compañía se mantuvo a flote en 2009. Y hacer eso permite a Fiat comprar un 16% de las participaciones por 1.300 millones.
Por sí solo, ello supone un pequeño robo, ya que eso valora al fabricante de Motown en 7.900 millones de dólares. Pero pagar demasiado no es una preocupación para Fiat. Para empezar, se ha llevado un 30% como regalo de promoción y debería añadir otro 5% a finales de este año. Doblar la participación es pagar por ello, y Fiat se convierte en el principal dueño. Y ahí es cuando debe obtenerse realmente el jugo -de exprimir los costes-. Marchionne ha encontrado ya, sin duda, sinergias. Pero imagine que puede rebajar drásticamente un 3%, o 3.000 millones de dólares, de los costes combinados de ambas compañías, como Daimler y Chrysler prometieron al anunciar su fusión en 1998. Eso incluso puede ser demasiado prudente: hace 18 meses Fiat hablaba de ahorrar alrededor de 3.000 millones solo en costes de compra para 2014.
Una vez descontados impuestos, eso equivaldría en la actualidad a 17.000 millones para los accionistas -más del doble del valor implícito de Chrysler-. Es cierto que el pasado reciente del automóvil (incluido Fiat) está lleno de promesas parecidas que nunca se cumplen. Pero con semejante margen de error, solo una incompetencia extraordinaria por la parte de Marchionne podría evitar que Chrysler sea la brillante excepción de la industria.
Por Antony Currie