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Columna
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Marañas que se enredan en Italia

En muchos países occidentales, Cesare Geronzi, probablemente no habría sido capaz de permanecer como presidente de un banco importante tras haber sido juzgado por su implicación en la quiebra de tres empresas de alto nivel. Debería haber luchado por convertirse en presidente de uno de los bancos de inversión más importante del país. Y después, no podría haber encontrado fácilmente un puesto como presidente del grupo asegurador más importante del país. Pero Italia no es una economía occidental típica. La capacidad de Geronzi para moverse de un importante puesto a otro da una ligera idea de las complejas soluciones que se dan a los compromisos de la vida política y empresarial italiana. Es el microcosmos de algunas de las cosas que andan mal en el país.

El intrincado sistema legal italiano es un problema. Se necesita una cantidad excesiva de tiempo para que los casos sean juzgados, y con frecuencia puede haber hasta dos apelaciones antes de que nadie sea castigado. El segundo problema de Italia es que se dedica una enorme cantidad de tiempo a las intrigas. Y esto distrae a los políticos que deberían dedicarse a resolver los verdaderos problemas del país, y a los empresarios, a preocuparse por sus empresas. Geronzi también ha estado en el centro de numerosas confabulaciones. La recompensa de Geronzi en Generali, así como su sueldo de 3 millones de euros, es el resultado de este politiqueo. Tampoco está claro por qué incurrió en gastos aparentemente lujosos como el uso de jets privados. Sin embargo, corresponde a Generali que aclare qué se gastó y por qué. Eso sería un paso importante para dejar claro que trabaja para sus accionistas. Una lección de la que el debería aprender la industria italiana.

Hugo Dixon

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