Sant Jordi da comienzo a la temporada alta editorial
En torno al 10% de la facturación en libros se obtiene desde este fin de semana hasta la Feria del Libro de Madrid de junio.
La escritora Care Santos ha detallado en su blog su programa de actos para el sábado, día de Sant Jordi: siete firmas de ejemplares en diez horas, con pausa para el almuerzo. El día antes estará en Madrid para un acto en la noche de los libros. Y es que los escritores son conscientes de que el resultado del año editorial se ventila en gran medida en el periodo que da comienzo con el Día del Libro y se extiende hasta la Feria del Libro de Madrid, en junio. En parte por las ventas concretas, pero también por la creación de una tendencia y unas promociones cuyos resultados durarán hasta bien entrado otoño.
Este es el resumen de la doble estacionalidad que marca de manera cada vez más pronunciada el calendario editorial: las novedades fuertes aparecen en abril o en octubre, para cubrir la temporada preveraniega y la prenavideña. Los lanzamientos se agolpan de tal manera estas fechas que algunas distribuidoras prohíben a sus editoriales que les hagan llegar novedades después del 15 de mayo, a riesgo de no comercializarlas hasta septiembre. Para Navidad, la fecha tope se encuentra a finales de octubre.
Elena Ramírez, directora de la editorial Seix Barral, cifra "en un 10% del total anual" el impacto de las ventas directas en estos eventos, un dato extrapolable a otras editoriales similares. Sin contar, como señala Carlos Alonso, responsable de Ediciones Pàmies, "el impacto en términos de escaparate público y de relación directa con los lectores". Pàmies, una firma joven especializada en novela histórica, negra y romántica, lleva dos años con tenderete en la Feria del Libro madrileña y esos 17 días de venta directa le suponen, por sí solos, el 6,5% de su facturación anual.
Otra razón por la que el peso de las "temporadas altas" es cada vez mayor en las cuentas de las editoriales está en que la importancia del fondo de catálogo es cada vez menor respecto al peso de la facturación por las novedades. Elena Ramírez reconoce que es posible que "el fondo haya decrecido un poco, producto claro está de la crisis. El librero no puede descapitalizarse, ajusta pedidos y prefiere reducir la cantidad de títulos con menor rotación o salida". La tendencia, evidentemente, se retroalimenta: buena parte de los lectores compran lo que encuentran disponible, con lo que las novedades cada vez tienen un resultado mayor.
Sectores específicos
El fenómeno es aún más acentuado si nos dirigimos a nichos de mercado concretos. Uno de los más afectados por la estacionalidad es, lógicamente, el de los libros de viajes. Según Pablo Pardo, responsable de Anaya Touring, la temporada de primavera supone un 70% de sus ventas, aunque en su caso el impacto ha descendido por cuanto "hace años llegó a ser del 90%". En estas fechas, por ejemplo, lanzan una nueva colección, Volver a..., con guías para viajeros que retornan a destinos ya conocidos.
En el caso de la literatura infantil y juvenil, el peso de las Navidades es con mucha diferencia mayor, ya que según Emmanuel Christien, director comercial de Bruño, "la Navidad representa la mitad de la cifra de negocio anual". De la facturación restante, el periodo entre abril y junio supone a su vez el pellizco mayor, un 30% del total. Además, Christien asegura que el fenómeno se concreta en que "cada vez se concentra más la compra en menos días, ya dentro de estos momentos".