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Tribuna
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Nuevos retos para la ingeniería española

Las necesidades de ajuste a las que se enfrenta España, con el objetivo de reconducir el déficit y asegurar la financiación de la economía, han tenido un reflejo directo en la inversión de infraestructuras, que se ha reducido en los últimos tres años en un 40%, desde los 29.000 millones de 2008 a los menos de 18.000 previstos para 2011, si es que al final se cumplen estas previsiones. La sensible caída de la inversión está teniendo ya una repercusión directa en la carga de trabajo de las empresas constructoras y de las ingenierías, convertidas en colaboradores necesarios de las Administraciones licitadoras y de los propios contratistas. En el caso de estas últimas, se calcula que la facturación, en el mismo periodo señalado, se ha contraído un 50%, lo que dará lugar a una inversión que rondará los 700 millones de euros, con las consecuencias que en el plano económico y social se derivan para las empresas y sus trabajadores. Hace unas semanas, la patronal del sector, Tecniberia, cifraba la destrucción de empleo en más de mil ingenieros al mes.

El horizonte que se abre en España para el sector de la ingeniería estará marcado, pues, por una escasez de inversiones que se dejará sentir en la licitación de obra nueva. Y, probablemente, dado el estado de consolidación de las infraestructuras de transporte en España, el mayor volumen de actividad provendrá en los próximos años de la gestión de proyectos de mantenimiento. En cualquier caso, el sector deberá adaptarse a nuevas formas de financiación, en las que la participación de la iniciativa privada estará cada vez más presente, bajo modelos que han convenido en llamarse PPP (colaboración público privada). Este nuevo esquema de relaciones, que lleva años practicándose en el extranjero, impone una reflexión para las ingenierías, lo mismo que para el resto de los intervinientes en el proyecto de construcción, sobre los nuevos papeles a desempeñar, pues es evidente que los modelos PPP traen una forma de organización diferente y, también, una asignación distinta de responsabilidades.

Abordar una obra bajo el modelo PPP supondrá para la ingeniería seguir velando en primer lugar por la calidad de la misma, si bien este concepto adquiere una dimensión más amplia y compleja. En primer lugar, supondrá adaptarse a las necesidades del concesionario o contratista, que seguirá siendo su cliente, velando para reducir los costes de la obra y las incertidumbres inherentes a la misma. Pero, también, sus competencias se verán ampliadas al campo de la gestión de riesgos, erigiéndose en una garantía frente a las Administraciones, los agentes financieros y los concesionarios de la obra. Asimismo, desde un punto de vista operativo, la ingeniería deberá estrechar la cercanía con el concesionario para mejorar los procesos constructivos, desde la propia concepción del proyecto hasta su conclusión, sin olvidarnos de su intervención en el diseño.

El futuro del sector de la ingeniería debe cimentarse sobre las grandes referencias que acumulan las empresas en España durante los últimos años, intentando, a partir de esta base, participar en operaciones internacionales. Qué duda cabe de que el principal freno en este proceso es la atomización del sector, que resta competitividad a las empresas pequeñas frente a las grandes corporaciones con actividad internacional. Sin ser fácil, las ingenierías españolas tienen que aspirar a ese objetivo. Y para ello se requiere de anticipación, capacidad de adaptación a las necesidades de los clientes, y también flexibilidad y sentido de la oportunidad para llegar a acuerdos con socios locales, ya sea por especialización o dimensiones de los proyectos.

Ignasi Cantarell. Director general de Eptisa

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