Una losa menos para Ferrovial
Cuando surge el nombre de Ferrovial, en el mercado afloran dos ideas fundamentales: una posición destacada en el negocio de las infraestructuras de transporte, pero también una considerable deuda que está condicionando su estrategia desde que arrancó la crisis. En este último aspecto el grupo de la familia Del Pino tiene una buena noticia: ha atajado el vencimiento de su deuda corporativa, fijado hasta ahora en diciembre de 2012.
Y lo ha hecho levantando un crédito de 1.305 millones sindicado por 32 entidades y con fecha de caducidad a más largo plazo. La operación supone amortizar 500 millones de deuda dependiente de la matriz y deja por disponer una línea de liquidez de 541 millones (idéntica a la que ya tenía Ferrovial y no había utilizado).
La operación es notable a la vista de cómo está el mercado. Y es que a Ferrovial le pesaba ya la cercanía del vencimiento del crédito corporativo por 3.300 millones obtenido en junio de 2009, con el que fusionó parte de la deuda procedente de la compra de BAA y la que colgaba del área de Infraestructuras. De ese montante, 541 estaban sin usar y se habían amortizado 1.000 millones, que se convirtieron en 1.500 millones en la jornada de ayer.
El nuevo acuerdo con la banca establece la amortización de un 70% del préstamo de 1.305 millones en abril de 2015, del 20% en octubre de 2014 y de un 10% en abril del mismo año. En cuanto a los costes financieros, el margen se sitúa en 300 puntos básicos para 2011 y en 270 puntos básicos para el resto de la vida del crédito. En Ferrovial aseguran que eso significa mejorar las condiciones anteriores.
El hecho es que el grupo se ha puesto a dieta y su nueva estructura de financiación corporativa deja poco espacio a grandes alegrías, si no es porque se prevé emitir bonos corporativos. O eso se dice. El hecho, comentan otros, es mantener la liquidez en todo lo alto para atender el día a día y un dividendo que, con la habitual exigencia del accionista de referencia, se está alimentando con el beneficio y tirando de las reservas propias.
Fuentes cercanas al acuerdo de refinanciación aseguran que los 32 acreedores obligan ya a una fuerte disciplina en cuanto a ratios como el de deuda financiera neta frente al Ebitda, y del citado Ebitda frente a los gastos financieros netos. Una política de control que también afectaría a las filiales BAA, Amey, Budimex y Webber. Todo un cinturón que recuerda a Ferrovial que no le conviene desmelenarse.
La empresa lleva años diciendo en sus presentaciones de resultados que el objetivo, en cuestión de deuda corporativa (excluye la deuda respaldada por los proyectos de infraestructuras), es mantener un nivel moderado "tomando como base los niveles de referencia que las agencias de rating fijan para las compañías calificadas como grado de inversión". Eso supone que la deuda con recurso sea como máximo de 2,5 veces el Ebitda con recurso. La empresa elude hacer público el dato del Ebitda recurrente, lo que invita a pensar a distintos expertos consultados que está lejos aún de la talla necesaria para ponerse el traje de investment grade, con el que ganar atractivo ante una hipotética emisión de bonos.
Las fuentes consultadas en Ferrovial afirman que no se han iniciado trámites para solicitar el rating de Moody's, S&P o Fitch. Sin embargo, el consejero delegado, Íñigo Meirás, ha reconocido ya que entre sus planes figura por primera vez la citada vía de los bonos corporativos. Una opción que buscaría diversificar fuentes de financiación y que han adoptado FCC, OHL o Sacyr. ACS lo dejó en un intento.
El propio Meirás dejó entrever, ante periodistas, que futuras emisiones corporativas irían destinadas a amortizar deuda bancaria y migrarla hacia títulos de renta fija, elevando los plazos de vencimiento. Se suponía que la dificultad instalada en el mercado para refinanciar con los bancos impulsaba una decisión de estas características.
Con el pasivo que colgaba de la corporación, de 1.830 millones, recortado hasta los 1.305 millones y aplazado en sus vencimientos, se supone que Ferrovial ya no tiene presión para acudir al mercado de bonos. ¿No será que el anuncio del consejero delegado sobre los bonos corporativos era un simple aviso a los bancos? ¿Se les quiso decir a través de la prensa que Ferrovial era capaz de prescindir de ellos sin pasar por una dura refinanciación? No hay duda de que Meirás metió presión al proceso.
Ahora tiene otro reto por delante. La deuda respaldada por proyectos de infraestructuras asciende a 19.820 millones, una cifra a la que Ferrovial pretende dar un zarpazo de unos 14.000 millones si logra colocar el 10% del gestor aeroportuario británico BAA que tiene en venta. Con ello desconsolidará la participación, al bajar del 51% en el capital (hoy tiene un 55,87%). Si tiene éxito, Ferrovial será un grupo con una deuda neta de unos 6.000 millones a cambio de bajar la facturación hasta el entorno de los 8.000 millones (cerró 2010 con una cifra de negocios de 12.169 millones). También se esperan menos Ebitda y beneficio tras las últimas desinversiones. Son los sacrificios que requieren los tiempos que corren.