¿Es peor el remedio que la enfermedad?
Algunos analistas de mercados y Gobiernos de la zona euro están sorprendidos de que el Banco Central Europeo los considere necesarios para combatir la inflación. Argumentan que la medida, que probablemente entrará en vigor el 7 de abril, comprometerá a las economías en crecimiento y golpeará a las periféricas y a los bancos en un momento de gran fragilidad.
Algunos consideran que un aumento de la inflación no está justificado, ya que no representa una amenaza para la región. Para estos observadores, el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, solo está intentando aplacar las cada vez más intensas voces del ala dura de la institución. Es también sospechoso que Trichet no mire al futuro: su mandato expira en octubre y, después de más de una década alcanzando el objetivo del BCE de mantener la inflación "por debajo pero cerca" del 2%, está asumido que el presidente quiere salir con su reputación intacta.
El BCE ha sido criticado por endurecer su discurso más que nunca desde la creación del euro. Aunque los críticos deben aceptar los resultados obtenidos hasta ahora, los escépticos se preguntan si se ha adaptado a la crisis actual. La respuesta depende de dos factores: ¿la inflación es un claro peligro en este momento? Y si así fuera, ¿la respuesta del BCE es peor que el problema que trata de resolver?
La inflación en la zona euro está en el 2,6% sobre la base anual, por encima del objetivo. Es cierto que un alza en las tasas de interés no haría frente a la inflación pasada, pero podría debilitar las presiones en el futuro.
El BCE ha de vigilar los precios en toda la zona euro. Grecia, Portugal e Irlanda juntas representan solo el 6% del PIB de la región. Sumando a España alcanzan el 18%. La política monetaria no puede ser usada solo para los problemas de los países más pequeños, por graves que sean. Los mercados también necesitan estar seguros de que el BCE no dejará que el euro se hunda, lo que podría incrementar bastante el interés a los países de la periferia. Y el crecimiento en el resto de la zona, aunque lento, se está acelerando más de lo previsto.
Hablar con dureza ya le ha dado resultados: un euro fuerte está ayudando a frenar la inflación. Pero ahora Trichet debe seguir adelante con la acción. Ojalá limitar las subidas desde esta semana sean una buena baza.
Por Pierre Briançon y Neil Unmack