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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Contra los 'muros' en la carrera de las reformas

El gobernador del Banco de España recomendó ayer ante un selecto auditorio de representantes del sector financiero una buena dosis de "optimismo paciente" frente a un año -el actual- en el que no solo continuarán los ajustes en materia económica, sino que resultará "uno de los más duros" para el sistema bancario español. El discurso de Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que comenzó con un balance positivo sobre las reformas emprendidas a lo largo del último año en el conjunto de la economía española -particularmente en el sector financiero-, concluyó con una seria advertencia sobre la necesidad de avanzar más profundamente en ellas y sobre el peligro de toparse con muros, en terminología maratoniana, que den al traste con todo el esfuerzo realizado e impidan acabar la carrera de esas reformas.

La satisfacción del gobernador del Banco de España ante la puesta en marcha de medidas en materia de reducción del gasto público, mejora de la sostenibilidad del sistema público de pensiones y reestructuración del sector financiero, entre otros capítulos, no impidió que reconociese lo obvio: que todavía queda mucho por hacer y que es necesario persistir en el empeño. Como parte de esa hoja de ruta pendiente, insistió en que es necesario completar la recapitalización y reestructuración del sector financiero, un proceso en el que indudablemente se han dado pasos importantes, pero en el que todavía queda camino por recorrer. También hizo referencia a las críticas sobre el retraso a la hora de inyectar capital en las cajas de ahorros, un extremo que negó con el argumento de que antes que recapitalizar, lo que el sector financiero español demandaba al inicio de la crisis era reestructurar y sanear, y que afrontar la recapitalización sin resolver esa demanda habría consumido inútilmente recursos públicos. Ordóñez sí reconoció que la reforma debería haberse realizado antes -en épocas de expansión y bonanza económica- y atribuyó la responsabilidad a quienes gobernaron entonces. Una aseveración que, en cualquier caso, no deja de resultar paradójica en boca de quien desde 2004 a 2006 ostentó un cargo tan estratégico como la Secretaría de Estado de Hacienda.

Más allá de las asignaturas pendientes en materia financiera y del reparto de responsabilidades presentes y pasadas, el discurso del gobernador del Banco de España apuntó directamente a la reforma del marco laboral como el objetivo económico capital en la coyuntura actual española. Una reforma cuyo alcance debe ser bastante más profundo que el esbozado hasta el momento y que ha de incluir, como mecanismo imprescindible, la tantas veces demandada -y otras tantas veces rechazada- posibilidad de ligar los salarios a la productividad.

Como el propio Ordóñez reconoció, una economía con cuatro millones y medio de parados no puede limitarse a diseñar una reforma laboral que vaya "en la buena dirección", sino que se hace necesario derribar las rigideces normativas que dejan como única salida a las empresas la realización de ajustes de plantilla por vía de cantidad. Una crítica que no por repetida deja de ser cierta y, sobre todo, necesaria. Desde el propio Ministerio de Trabajo se reconocía ayer que España necesita al menos 10 años -"lustros", pidió el ministro- de moderación salarial para recuperar la competitividad.

Con un ejercicio de simple sentido común, Valeriano Gómez señalaba que los salarios de los trabajadores españoles no pueden "comerse" la productividad. Las declaraciones del ministro de Trabajo, que llegan cuando sindicatos y patronal apuran el nuevo plazo para pactar la imprescindible reforma de la negociación colectiva, incluyen una advertencia sobre la intención del Gobierno de presentar un proyecto de ley que aborde esa cuestión si ambas partes no alcanzan un acuerdo en breve tiempo. Sería un acierto. A la vista de los últimos datos de paro, que constatan que en España se sigue destruyendo empleo y que la contratación indefinida continúa desplomándose pese a los incentivos para estimularla, se hace necesario más que nunca avanzar sin demora en materia de reforma laboral. El riesgo de no hacerlo -o de hacerlo sin calado suficiente- es que el mercado de trabajo se convierta en ese muro de última hora que impida a España completar su maratón.

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