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Zapatero no es un 'pato cojo'

Les ha faltado tiempo a muchos (empezando por el verborreico Pons) para colgarle la etiqueta: ahora es un 'pato cojo'. Pues no, aunque se llame así al presidente que se acerca al fin de su mandato, por su limitada capacidad de actuación, en puridad solo lo es cuando ya está elegido su sucesor. Así que Zaparero no va a ser un 'lame duck' durante todo el año que falta para las elecciones generales.

Y no lo va a ser por varias razones. Pero la más importante es que no puede parar de gobernar. Si lo hiciera, cometería la más absoluta irresponsabilidad. Y es de esperar que no sea el caso.

La reforma laboral está por desarrollar, la de la negociación colectiva está por empezar, la financiera está por completar, la de las pensiones está pendiente... Y a todo esto hay que sumarle la aplicación de los últimos acuerdos europeos (lanzamiento del Pacto del Euro incluido) y, cómo no, la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado para 2012.

Son asuntos urgentes que no se pueden dejar para después. Y menos cuando la economía es observada al microscopio desde fuera.

Aunque la fecha del pasado sábado 2A era la primera de la lista de los zapaterólogos, el anuncio no ha dejado de sorprender. ¿Se deshace así de la carga del (hasta ahora) previsible batacazo municipal y autonómico del próximo 22M o más bien lo desactiva en parte?

Lo cierto es que ha dejado al PP sin su más preciado pim-pam-pum (y así lo cree Zapatero de verdad), y ahora la oposición alternante va a tener que pensar algo rápido, porque con Rubalcaba no basta, y con insistir en la dimisión de uno y otro, pues tampoco.

Porque lo del pato cojo tiene otra lectura. Una de las versiones del origen de la expresión dice que se debe a la astraxafisis, una enfermedad fatal de las extremidades que daña, sí, la capacidad de locomoción del ave y la deja casi sin probabilidad de subsistir en un entorno salvaje. Pero, a la vez, resulta que en ciertas épocas existía la creencia de que esa patología convertía en deliciosa y especialmente jugosa la carne del pato cojo, lo que, claro está, los hacía muy preciados. ¿A ver si ocurre esto con Zapatero? Desde luego, las acusaciones de que sus decisiones se guian por ambición política personal van a sonar bastante chuscas a partir de ahora.

Según algunas fuentes, el origen del término pato cojo está a mediados del siglo XVIII, cuando, antes de usarse en la política, se empezó a emplear para referirse a los corredores de Bolsa que entraban en bancarrota. Por muy alto que hubiera sido su vuelo, una vez en bancarrota era muy difícil que se recuperaran. Esta mañana hemso visto cómo ha interpretado la Bolsa la supuesta cojera de Zapatero: ni fu ni fa, como si la decisión ya estuviese descontada.

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